La Capilla de Los Pardo, en la iglesia de San Miguel, vuelve a estar al completo porque el Cristo del Calvario ya está en su lugar habitual. Esta semana, la Fundación Las Edades del Hombre se desplazó hasta Cuéllar y su secretario Enrique Martín explicó que estos trabajos son el resultado del compromiso adquirido con la villa, y del cariño y la atención recibida durante la estancia de ‘Reconciliare’ en las sedes cuellaranas. Además de entregar la obra de Luis Mayo, ‘El hijo pródigo en Cuéllar’ a la villa -ubicado ahora en San Esteban-, asumieron la recuperación de esta “exquisita” imagen, como la calificaron los encargados de la restauración, Isidoro Moreno y Beatriz Martín.
El centro de Conservación y Restauración de la Fundación Las Edades, en Santa María de Valbuena, ha contado con la obra durante varios meses en los que se ha trabajado con ahínco. Moreno explicó que sus labores se centraron en el Cristo crucificado, la propia cruz y el gólgota. Señaló las pocas faltas de policromía pero sí su acusada erosión por una intervención anterior “quizá poco científica”. Indicó que con bastante probabilidad hubiera estado sometida a un proceso agresivo de limpieza. La imagen del Cristo presentaba grietas en zonas como la de los hombros, y explicó que se han cambiado dedos postizos que, por su gesto, “interferían bastante en la lectura del Cristo”. Los xilófagos han sido los atacantes de la pieza de la cruz, lo que ha centrado las labores de esta parte, muy importante y “muy bonita”; “se trata de una cruz con mucha entidad”, comentó al hilo de la decisión tomada de recuperarla, aunque se plantearon su sustitución debido a su leve carga histórica.
Martín explicó después en qué consistió su labor en las imágenes anexas de San Juan y la Virgen. Sus trabajos comenzaron con la limpieza de las imágenes y la eliminación del barniz, que poseía una gruesa capa muy irregular, y que ocultaba la policromía de los colores. Aparecieron tonos muy claros en la piel y en buen estado de conservación, y se descubrieron al mismo tiempo detalles como las cejas, en las que estaba la original pero también un repinte. Igualmente, las pestañas se encontraban totalmente ocultas. Respecto a los estofados, la restauradora destacó la vistosidad de sus colores, con mucho oro.
En general, ambos restauradores resaltaron la belleza del conjunto y la importancia de su recuperación. En esta presentación, una de las devotas de la Cofradía comprobó el resultado, y quedó maravillada, pues la diferencia es muy notable.
Los restauradores también dieron ciertas pautas de conservación que los fieles y la Parroquia deben tener en cuenta, como por ejemplo una luz adecuada, evitar las flores naturales, la limpieza con paños solo un poco húmedos y otras pautas también a la hora de las procesiones. El párroco, Emilio Calvo, presente en este sencillo acto que se completará con uno abierto a todos los vecinos el próximo miércoles, comentó que los cofrades suelen tener bastante cuidado en su conservación. “Son conscientes de la riqueza de la obra y evitan, por ejemplo, las flores, y adornan el paso con elementos de pinar seco”. En pocos días, el Cristo de El Calvario volverá a las calles y todos los espectadores de las procesiones podrán comprobar la labor de restauración en una talla tan valiosa para la villa.
