Señora directora:
En todas las actividades y profesiones de la vida, las creencias “primarias” que tenemos son neutralizadas por las creencias “científicas” de los profesionales correspondientes.
Es decir, por ejemplo, si tenemos una avería en las cañerías del agua intentamos arreglarlo nosotros, pero al final llamamos al fontanero. Nosotros podemos tener una ligera noción de fontanería, creer que podemos arreglarlo, esto es lo que yo llamo “creencia primaria”, pero quien sabe más de todo esto, es el fontanero, que neutraliza esta “creencia primaria” que tenemos en la “creencia científica” por sus estudios y su profesión.
En la medicina se está produciendo un hecho diferencial y peculiar que conlleva a una problemática; muchos de los pacientes, usuarios, llegan a la consulta contando lo que les pasa (“creencia primaria”) y recopilan toda la información que pueden con informes de familiares, de vecinos, de amigos, haciendo una comparación con la patología de los demás.
Además, se “instruyen” en los medios de comunicación, redes sociales y paginas no oficiales de la web. Y con su “convicción” de que su “creencia primaria” es una “creencia científica”, ejerce sobre el médico y los profesionales sanitarios una demanda de seguridad (no confundir con Seguridad Social) en el uso de sus derechos de usuario. Como siempre de futbol y de medicina todo el mundo opina.
Se auto-diagnostican y auto-tratan y después no convencidos de la información médica se pasan temporadas mareando la perdiz a todo el entorno sanitario. Todo esto es muy peligroso para el sistema nacional de salud. Al proliferar esto cada vez más, la cuestión es ¿Cómo deben afrontar esta problemática los educadores socio sanitarios y el sistema nacional de salud?