Cuando éramos unos chavalines, nuestros padres nos llevaban, caminando, por la antigua, estrecha y polvorienta carretera de Madrona, a un lugar pasado el puente de Tejadilla, donde recuerdo que había un gran pilón de piedra, como abrevadero, y un pequeño montículo. En éste, nos dedicábamos a buscar fósiles con forma de almejas, lo que no puede extrañar porque, como escribe el profesor e historiador segoviano Andrés Díez Herrero, doctor en Ciencias Geológicas, en su bien documentado y extenso trabajo ”Origen y evolución geológica de Segovia”, “El estudio detallado de las rocas más antiguas y sus estructuras permiten suponer que, hace unos 600 millones de años, la actual provincia de Segovia estaba cubierta por el mar”.
Me viene este recuerdo porque acabo de leer una entrevista que el veteranísimo periodista Javier Pérez Andrés publica en “El Mundo de C. y L”, con el arqueólogo de la Junta de nuestra ciudad, Luciano Municio González, en la que éste hace una especial referencia a la necesidad de que el Cerro de San Isidro, en Domingo García, sea declarado Patrimonio de la Humanidad. Autor de varios libros sobre el tema que tratamos, cuenta que una de las aficiones de su padre era llevarle de paseo por los pueblos. Y es que su padre, funcionario en varios departamentos oficiales, también firmante de numerosos libros (de los que conservo varios con su dedicatoria), era buen conocedor de la provincia y muy especialmente de las tierras de Pedraza, ya que fue asesor de su Comunidad y Villa y nombrado cronista oficial de la misma. Los detalles sobre la arqueología en la provincia que cuenta el entrevistado me han llevado a curiosear algunas publicaciones sobre el tema, una de ellas precisamente firmada por el arqueólogo en un folleto sobre “Turismo arqueológico” del Patronato Provincial de Turismo.
Pero, ya “metido en harina”, como suele decirse, he ido más allá hacia otras publicaciones que ponen de relieve la importancia arqueológica de la provincia. Una relación de sus ubicaciones puede ser extensa, ya que a la fama de Aguilafuente, Domingo García, Prádena, Coca…habría que añadir varios lugares más, y uno de los más antiguos descubrimientos, la necrópolis visigoda del Duratón.
Sobre este último importante hallazgo, conservo un libro de 30×22 ctms. publicado en 1948 por el Ministerio de Educación Nacional, Comisaría Nacional de Excavaciones Arqueológicas, con el título “Acta Arqueológica Hispánica. IV. La necrópolis visigoda del Duratón (Segovia)”, con la firma, como autor, de Antonio Molinero Pérez. Abulense de nacimiento, estuvo en nuestra ciudad 20 años como inspector provincial veterinario y como su trabajo le obligaba a viajar bastante por la provincia, donde contactaba con agricultores y ganaderos de los que podía recoger noticias sobre posibles hallazgos arqueológicos, en 1943 se le nombró director de Excavaciones del Plan Nacional de Segovia y poco después también de Ávila.
El Acta consta de 231 páginas, de las que 178 contienen todos los datos referidos a la necrópolis, incluyendo minuciosos detalles de cada una de las 285 sepulturas encontradas, y asimismo de las muchas piezas halladas. Las restantes 53 páginas son de fotografías de tumbas, restos y demás objetos aparecidos en ellas.
En 1979, la Caja de Ahorros publicó un folleto titulado “Un hecho digno de ser recordado en su primer cincuentenario: El descubrimiento de la necrópolis visigoda del Duratón (1929-1979)”, separata que contenía varios artículos del señor Molinero que se publicaron en este diario durante el año 1979 citado, incluyéndose también varias fotografías: una donde aparecen el marqués de Lozoya como director general de Bellas Artes; el gobernador civil, Joaquín Pérez Villanueva; el alcalde, César Zubiaur Pons; Luis Felipe de Peñalosa, director del Museo de Bellas Artes de Segovia, y el autor, Antonio Molinero, con su esposa. La foto está tomada durante el acto de inauguración de la exposición “Diez años de Arqueología” en la Biblioteca Nacional de Madrid, en 1950.
La colección de piezas ha recorrido en nuestra ciudad por varios escenarios; algunos de ellos recuerdo, como la llamada Cárcel Vieja (antigua biblioteca); creo que todo estuvo también guardado en numerosas cajas, en un edificio anejo al que es hoy Museo Rodera Robles, en la calle de San Agustín; pasó luego por la desaparecida Escuela de Bellas Artes, donde se encuentra el Museo “Esteban Vicente” (cuya sala de conferencias fue la capilla de la Concepción del llamado Hospital de Viejos, ante cuya entrada estuvieron durante años dos verracos, hoy en el Museo Provincial), hasta que, finalmente todo “pasó a reposar” en este último centro, instalado en la antigua Casa del Sol (anterior Matadero Municipal), en cuyo logro tuvo importante papel Alonso Zamora Canellada, por su empeño y numerosas gestiones en todas las escalas posibles, para que Segovia tuviera definitivamente un museo digno, del que fue primer director.
