El Ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, que ayer trató de endulzar algo la realidad económica con el augurio de que las cuestiones básicas de la controvertida reforma laboral propuesta el viernes por el Gobierno podrán estar pactadas en «dos o tres meses» con la patronal y los sindicatos, acudió también en rescate de su compañera la jefa de Economía, Elena Salgado, al asumir que el Ejecutivo «no ha explicado bien» su propuesta de retrasar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años. Eso sí, el socialista no trató de retractarse de la mencionada propuesta, puesto que únicamente abogó por la necesidad de «hacer entender a la sociedad que es necesario abrir ya este debate para garantizar la sostenibilidad futura del sistema».
En un coloquio organizado por el PSC, ante unos 200 militantes, Corbacho garantizado asimismo que la propuesta de Moncloa no es «una ley», sino que se buscará un acuerdo «lo más amplio posible» con el resto de partidos en el marco del Pacto de Toledo.
Después de que algunos de los asistentes al acto cuestionaran la forma «desafortunada» del Gobierno para abrir este debate, el ministro hizo cierta autocrítica antes de apelar a la «serenidad» en la discusión. «Bien, bien no lo habremos explicado, porque, si no, no se habría montado el lío que se ha montado», comentó.
Sin negar en ningún momento que sea necesario alargar la vida laboral, el socialista explicó que el aumento en la esperanza de vida hace necesarios cambios para sostener las pensiones dentro «de varias décadas». «Ahora -reiteró- toca menos ruido y más debate; menos crítica y más propuestas», porque el Gobierno no ha presentado «un decreto ley» y «al final» se debe encontrar «la mejor fórmula» para garantizar las pensiones.
Por otra parte, abogó por dejar atrás «la cultura de la jubilación anticipada», y argumentó que un país que basa su futuro en el trabajo solo desde los 30 hasta los 55 años está «abocado al fracaso».
Acto seguido, por más que resulte contradictorio, Corbacho garantizó la «magnífica salud» de la Seguridad Social y del fondo de reserva de pensiones.
En cuanto a sus planes para cerrar la negociación colectiva, el titular de Trabajo adelantó que, a partir de mañana mismo, comenzará a trabajar con sindicatos y empresarios para concretar el documento sobre los cambios en el mercado laboral.
Eso sí, advirtió de que la actual crisis, que muchos de sus compañeros de Gabinete han considerado liquidada, «no se arreglará con una sola reforma».
Según detalló, en la reunión del viernes pasado con los agentes sociales, «lo más destacado fue la predisposición y voluntad de trabajar y de hacerlo rápidamente para encontrar un acuerdo y un consenso. Quiero agradecer este gesto de responsabilidad».
No obstante, quizá para rebajar algo las expectativas, enseguida añadió que en los próximos días «estaremos más pendientes de dedicar horas y horas a trabajar que a comunicar; comunicaremos los avances, no así las reuniones previas».
Tales progresos serán a buen seguro menos inmediatos de lo que le gustaría al Gobierno, al menos de hacer caso al secretario general de UGT, Cándido Méndez, quien también ayer advirtió de que si se planteara una reforma laboral «contundente», ésta «no sería eficaz» para crear empleo, por lo que apostó por un acuerdo consensuado. «Talar una arboleda con la sierra mecánica no es eficaz», señaló el líder sindical antes de sostener que, «después de 50 reformas laborales, es preferible trabajar esa arboleda por el método del abono, el injerto y la poda».
Ya en el lado de las buenas noticias, Méndez avanzó que la negociación colectiva estará sellada a lo largo de la semana entrante.
