De momento, hasta que no cojan ritmo, son vulnerables e impredecibles. Los dos máximos (¿únicos?) favoritos al título están a bandazos, y el increíble 0-2 del Camp Nou devuelve ciertas esperanzas al madridismo, cabizbajo desde el empate de Mallorca y la exhibición azulgrana en Santander. En la Ciudad Condal, igualmente, no saben a qué atenerse: si al majestuoso Barça de la primera jornada o al errático de la segunda. Mientras tanto, como unos y otros no pueden vivir sin criticarse, el Barcelona encuentra bálsamo para sus heridas criticando el nefasto juego del Real Madrid y, en la capital, se alivian de su escasísimo fútbol mirando cómo el Hércules asaltaba el Camp Nou. Pobre consuelo el de los dos gerifaltes de la competición, incapaces en dos jornadas de haber dado un solo puñetazo de autoridad sobre la mesa.
Mourinho vive en un eterno alambre. Sabe capear la influencia de los vientos y los meneos del cable. Es un funambulista de gesto contrariado que interpreta magníficamente su papel. Pero el Bernabéu, un protagonista aún mayor que el propio ‘Mou’, es un estadio bastante exigente. Con un «para esto que se hubiese quedado fulanito» en la boca salieron muchos aficionados el pasado sábado del feudo madridista, conscientes de haber asistido a una victoria mediocre con un espectáculo igualmente pobre.
Una cosa tiene clara el aficionado blanco: este año no encajará muchos goles. Pero empieza a asumir que tampoco los anotará, y eso le pone de los nervios. Solo Özil tiene cierta magia en sus botas. Mourinho ha vestido a Cristiano Ronaldo de peón de brega, y la expresión «libertad de movimiento» no está anotada en la libreta del técnico.
Lo del Barça recuerda mucho a los ‘accidentes’ del Rubin Kazan y similares: un equipo propone y el otro dispone. La diferencia en la posesión (76%-24%) describe el partido. Pero describir no similar a definir, y quien definió fue Valdez (Hércules), con un doblete que lanza un aviso a navegantes: ni el Camp Nou es sagrado ni el Barça es intocable.
El pasado año, muchos equipos llegaron a Les Corts (también a Chamartín) rendidos, forzando tarjetas en la víspera para acudir a una derrota segura. La bendita falta de respeto del Hércules le vendrá bien a la Liga, porque eso de un nuevo paseo marcial de Barcelona y Real Madrid (lo de la ‘Liga a la escocesa’ del pasado año) no agrada.
Del resto de la jornada, decir en la segunda jornada que el Valencia y el Atlético de Madrid van en serio es no decir nada. Cada 10 jornadas, como analizaba aquel maestro del periodismo, se pueden sacar conclusiones. Mientras tanto, todo humo.