Es el segundo máximo responsable de la empresa Albie, dedicada al catering y al vending. De él dependen más de un millar de empleados que prestan servicio a un centenar de centros privados y organismos oficiales. Optimista y con buen humor, confía en que en el año 2014 se normalice la situación económica del país.
Aún se acuerda del nombre de los condutores de autobús que tenía en Segovia durante su infancia. Era cuando exploraba con sus amigos la vieja Casa de la Moneda, el foso del Alcázar o la casa del mago, hoy sede de la Junta.
Su afán de explorador le ha llevado por el mundo y a ser uno de los responsables de la empresa Albie, una de las más importantes en el mundo del cátering y la restauración, al que lleva dedicado casi 20 años.
Ese tiempo lleva Víctor González en la empresa, donde comenzó como ayudante del director de operaciones, responsabilidad que asumió luego, antes de pasar a ser director de expansión y finalmente subdirector general.
Nacido en 1967, este segoviano vivió sus primeros 20 años junto al Acueducto, hasta que hizo el servicio militar en Valladolid. Luego siguió en Madrid compatibilizando estudios y trabajo. Estuvo en la Escuela Superior de Hostelería y se diplomó en Turismo. Cuenta con un Máster en dirección de empresas, y otro en gestión, innovación y tecnología de los alimentos.
Trabajó como ‘cost controller’ en Intercontinental Hotels en Madrid primero y luego en Londres, lo que le permitió perfeccionar su inglés.
Casado y con dos hijos hoy es el alma máter de la empresa que presta servicios en 108 centros de trabajo, lo que supone dar entre 25.000 y 30.000 menús diarios, según la época del año. Entre los centros que han confiado su actividad a Albie figuran 40 hospitales y 20 residencias de ancianos. El resto son colegios e instituciones como la Academia de Policía Nacional de Ávila, o centros de atención a inmigrantes. En uno de éstos últimos vivió una de sus experiencias laborales más extraordinarias. Fue en la avalancha de inmigración de 2007 en Canarias. Interior les había adjudicado el servicio de alimentación. “Cuando llegamos a Tenerife había 3.000 subsaharianos en un campamento en unas instalaciones militares abandonadas. Era nuestra primera noche y cuando llegó el convoy con la cena hubo un gran estruendo. La muchedumbre se dividió en dos grupos. Proferían cantos al unísono rivalizando entre los dos grupos. Todo estaba oscuro. Sólo se oían los cantos de 1.500 personas contra los cantos de las otras 1.500. Se nos puso la carne de gallina. Algunos de los nuestros se marcharon por miedo o se refugiaron en los vehículos; otros rompieron a llorar emocionados, pero todos tuvimos el vello erizado durante horas”.
De carácter optimista y con un excelente humor, Víctor González es un enamorado de su ciudad, a la que sólo le falta el mar, según asegura.
Para conseguir el éxito empresarial en la hostelería, este directivo defiende que el mejor activo es el talento, “y el talento está en las personas”.
También considera importante la ubicación y los productos que se utilizan. Y en la restauración colectiva defiende: “respuesta, respuesta y respuesta, que es decir, personas, personas y personas”.
Sus previsiones apuntan a que 2013 sea un año de transición y adaptación para que regrese la normalización en la actividad de las administraciones públicas, de las que tanto dependen. “Recemos”, concluye.
