Cuando el 30 de octubre de 2007 el presidente de la FIFA Joseph Blatter enseñaba al mundo la tarjetona en la que se leía «Brazil», miles de gargantas gritaron de alegría. Era la alegría de un país y de toda Sudamérica por organizar una competición que no pisaba este continente desde 1978. Y soñaron también con el día de hoy cuando, cuatro años después de dejar de hacerlo en Suráfrica, el balón comience a rodar en el partido inaugural que disputarán en el Arena de Sao Paolo las selecciones de Brasil y Croacia.
Por entonces nadie temía que, fruto de las supersticiones locales y el siempre caprichoso calendario, el Mundial se tuviera que adelantar un día aparcando el ya clásico viernes como momento para levantar el telón de la competición más importante a nivel de balompié: fue un no rotundo a comenzar en viernes 13.
32 países se paralizarán a lo largo de los próximos 31 días de competición en los que, como en la vida, se reparten sueños en medida de las posibilidades. Así, hay quienes quieren seguir bordando sus constelaciones en el pecho (Brasil, Italia), quienes quieren incorporar una más a su colección (Alemania, Argentina), los que quieren bordar la primera (Holanda) o los que soñamos con volver a vivir un gol como el de Johannesburgo que añada una afonía, unos abrazos y otra estrella al pecho.
Dicen las casas de apuestas, que son quienes saben de esto, que Brasil parte como la clara favorita para alzarse con el título aunque los locales no quieren ni oír hablar de ello: los más viejos del lugar recuerdan aún el ‘maracanazo’ ante Uruguay que supuso algo más que la derrota en un partido de fútbol.
Quienes creen que los sorteos están amañados -que los hay- no han dado explicación concisa del grupo fácil pero correoso al que tendrá enfrente Brasil. Para el estreno, desde los Balcanes, una selección croata con los referentes de Luka Modric e Ivan Rakitic, el chico de moda. El primero de ellos -campeón de Europa y de Copa del Rey con el Real Madrid- llega en un momento vertiginoso de juego que suple, llegado el caso, con una insistencia trabajada. Sobre Rakitic ocurre lo que ocurre en estas épocas: rumores disparados de fichajes que alejan su futuro del Guadalquivir que le ha visto coronarse este año como campeón de la Europa League.
Escuchar la alineación de Brasil hace temblar. Archiconocidos todos, el gusto por el baile con el balón que ha imprimido Scolari forma un suave cóctel que se adereza con juventud de exquisita brillantez por la velocidad y el toque. El portero, Julio César, evidencia la veteranía en esta casi perfecta mezcla.
Conocidos son muchos de los jugadores brasileños por su labor en España. Los carrileros, por ejemplo, Marcelo y Alves, tan intermitentes en la defensa como hirientes en la llegada. Junto a ellos Thiago Silva y David Luiz, que serán los encargados de parar las embestidas croatas. La línea de creación será cosa de la tarde de Oscar ante una punta de ataque con nombre de monstruos que actúan como tal: Fred y Hulk.
Una falsa ‘Cenicienta’
Si el verdugo en cuestión es Brasil, la primera víctima en la teoría sería Croacia. Aunque si algo nos ha enseñado el fútbol es la carencia de una lógica que levanta pasiones y quita sueños. O los da. Porque si 12 son los años que rezan desde la última coronación de Brasil, 16 se cumplen del tercer puesto de Croacia en el Mundial de Francia 98. Como dijimos al principio, cada uno sueña en medida de sus posibilidades.
Si algo quedó precisamente de la selección comandada por el que fuera pichichi de aquella edición, Davor Suker, es el gusto por el fútbol elaborado con una demoledora zona de tres cuartos. Pese a ello, Croacia está en Brasil por una muy trabajada repesca que le dio un billete con algunos costes: Mandzukic, que ya ha dicho un rotundo “no” a seguir en el Bayern de Pep Guardiola será baja por un partido de sanción y Simunic ni siquiera pisará el continente sudamericano tras la sanción de 10 partidos impuesta al proferir un grito racista durante la celebración.
Pletikosa en la portería, la veteranía de Olic o un centro del campo de vértigo que aúna al más que prometedor Kovacic con Luka Modric e Ivan Rakitic serán los diques croatas que alineará Niko Kovac ante la marea brasileña. Enfrente el torrente verdeamarillo de 11 hombres, 61.600 gargantas y un país entero consciente de las posibilidades: vengar en Maracaná en 31 días el sueño que hace 64 años le robaron los uruguayos.
