El catálogo que elaboró el padre José López Calo sobre las obras musicales que conserva la Catedral, que se cuentan por miles, fue fundamental para el hallazgo. La musicóloga segoviana Carmen Cantalejo Vázquez tenía el reto de elaborar su tesis sobre la música en la Catedral durante la Guerra de la Independencia y, como paso previo, para comprender la etapa justamente anterior al periodo, nada mejor que investigar a quien fuera entonces maestro de capilla de la seo segoviana, Pedro Antonio Compta.
Cantalejo desempolvó numerosos legajos, como los que daban cuenta de la oposición al magisterio de capilla que ganó el músico catalán, tras la marcha a Madrid de quien había ocupado la dirección musical de la Catedral, el maestro Antonio Gutiérrez.
En su búsqueda de la vida y obra de Compta —del que hoy apenas existen mínimas referencias en diccionarios generales de músicos— un documento le sobresaltó. Eran las particellas originales —pentagramas para cada instrumento— del “Villancico de San Frutos”. “Me lo encontré de repente, lo abrí y ya leí la letra… Al siervo bueno y fiel…” , recuerda Cantalejo, que también halló otra partitura dedicada al patrón de Segovia, “Recitado y Ária”, también compuesta en 1793 por aquel maestro de capilla, llegado de Vic (Barcelona).
Ambas fueron compuestas para una ceremonia muy especial, la solemne celebración —donde la música era imprescindible— del traslado, dentro de la propia Catedral, de las reliquias del santo eremita, explica la musicóloga.
Después de un verano de exámenes y valoraciones, Compta obtuvo la plaza y, según afirma Cantalejo, el músico catalán llegó a Segovia entre el 4 de septiembre —fecha de la carta en la que muestra al Cabildo su agradecimiento por la confianza depositada en él— y el 16 de octubre de 1793.
Es en esta última fecha, explica la musicóloga, cuando solicita al Cabildo unos días para poder dedicarse a la composición de ‘villancicos’, los que se iban a interpretar en la ceremonia de traslado, de las reliquias de San Frutos —y las de sus hermanos, Valentín y Engracia—, desde su capilla de la girola a un nuevo altar construído en el templo, en la zona del trascoro. “Llego justo antes del traslado y debió tener muy poco tiempo, apenas quince días, para componer”, afirma.
Cantalejo puso en conocimiento del hallazgo de las dos partituras al que fue durante años canónigo prefecto de la Catedral y actual canciller del Obispado, Alfonso María Frechel. “Sí que lo conocía, pero fue cuando las presentamos con sonido, gracias a un programa de ordenador, cuando surgió la idea” de rescatar la obra de Compta, coincidiendo con el 1.300 aniversario de la muerte de San Frutos, explica la musicóloga.
Compta estaba en el olvido. Y es que en 1874, siendo organista de la catedral Antonio Hidalgo, opto por componer un nuevo villancico basándose en la letra que utilizara, un siglo antes, el maestro Compta. Cantalejo afirma que se desconoce el porqué de esta nueva composición, “pues las actas ni ningún otro documento nos explica qué llevo al organista a reelaborar el villancico”. Al parecer, uno de los requisitos d e la oposición para el magisterio de la plaza de Maestro de Capilla era la de componer un “villancico” al Santo, e Hidalgo tan solo dispuso de unos pocos días para crear su obra, por lo que dedicó sus esfuerzos a la partitura y ‘tomó’ la letra que Compta ideó un siglo antes. Desde entonces, el “villancico” de Hidalgo y no el de Compta es el que se interpreta en la Catedral cada 25 de octubre.
Gracias al empuje de quien fuera director del villancico en los dos últimos años, el profesor Chema García Portella, y el trabajo de investigación y transcripción de Cantalejo, el villancico de Compta volverá a interpretarse en la Catedral, el próximo 24 de octubre.
Cantalejo explica que con todos los manuscritos y particellas rescatadas de la Catedral ha logrado “pasar a limpio” la obra de Compta; un trabajo que ha exigido un notable esfuerzo, puesto que a la necesaria adaptación, la musicóloga ha tenido que introducir diversas correcciones y arreglos.
El villancico compuesto por el maestro Compta para la solemne celebración cuenta con una plantilla instrumental formada por dos violines, dos oboes, dos trompas en Re y acompañamiento; y la vocal, por triples, contralto, tenor y bajo. Su estructura formal está compuesta por introducción, en la que alterna pasajes solistas, con dúos y el coro completo; estribillo, que se repetía al final de las coplas, y dos coplas escritas para la voz de tiple, en compás ternario y con un tempo más lento que las secciones precedentes.
“El villancico es música muy sencilla, el recitado y aria tiene más nivel. Es preclásico, las melodías y el acompañamiento es muy sencillo, los violines tienen algo más de virtuosismo. Ciertamente, no pasará a la historia de la música, pero su valor, que lo tiene, y mucho, es otro”, afirma la musicóloga, a quien le hubiese gustado, según confiesa, que la interpretación del villancico de Compta hubiese sido “un poco más fiel a la original”.
“Sonará muy bien, seguro que sí, no soy purista, pero, obviamente, los instrumentos no son los mismos y se ha tenido que hacer una adaptación a los que hay”, explica Cantalejo. Un músico actual entiende los pentagramas de otro del siglo XVIII, aunque “si les hubiera dado las particellas originales a los músicos en algún momento se hubiera producido el caos, porque, pese a que los manuscritos se han conservado bien, había algunos errores y ausencias y hubiera chirriado”, señala la musicóloga, que confiesa que está deseando ver interpretar el villancico, el próximo 24 de octubre, 222 años después de su estreno. Compta saldrá así del olvido.