uéllar vivía este martes el tercero de los encierros del ciclo de 2022 con reses de la ganadería de los hermanos Sánchez Herrero. De nuevo, las expectativas eran altas ante unos toros de gran presencia y con la incertidumbre de siempre por cómo será su comportamiento en el campo y en las calles. En la propia suelta de los corrales del río Cega ya se podía comprobar que el encierro no iba a ser fácil. La manada salía recta y dirigida hacia los caballos, pero uno de los astados se desviaba hacia la derecha, lugar en el que se colocan vecinos en coches, generando situaciones de mucho peligro; de hecho, varios vecinos tuvieron que resguardarse inmóviles en el suelo y esperar que el astado cambiara su trayectoria. Así comenzaban los problemas en la conducción por el campo; como explicaba el alcalde al hacer balance del encierro, se trataba de una conducción “exigente de seis toros muy encastados a la par que encabestrados”. La manada se partía nada más comenzar y gracias al trabajo, riesgo y esfuerzo de los caballistas, lograban reconducirlo. Era encontrado en la ribera del río Cega, pero antes de llegar al primer túnel, se reencontraba con el resto de la manada. Otro de los astados también se había desviado en dirección Escarabajosa de Cuéllar, pero de nuevo se lograba, después de mucho trabajo, reunirlo con los otros cinco toros y la manada de mansos. Tras el cruce del túnel, caballistas, toros y bueyes emprendían un rápido descenso: “no se han podido parar, y una vez que han cogido aire, ha sido muy difícil pararlos, por eso la entrada al municipio ha sido minutos antes”, comentaba el alcalde. Carlos Fraile pedía disculpas por la entrada antes de tiempo, hecho que se ha producido prácticamente en los tres encierros del ciclo.
El último de los toros que entraba en el recorrido urbano hacía también complicado el recorrido hasta la Plaza de Toros. Derrotando y “trabado” en las calles debido a estar disgregado de la manada, el último toro retraso el fin del encierro. Los corredores disfrutaron de la entrada de la manada en las calles, mientras el último no permitía a los corredores más que intentar que los arranques lo llevaran hasta el coso cuellarano.
Para el alcalde, este ha sido “un encierro muy emocionante pero de muchísimo riesgo”, y se corrobora en las imágenes propias desde la suelta. Los vecinos que acuden a los corrales, bajo su propia responsabilidad, arriesgaron ayer como cada día, y por suerte no se dieron incidentes, aunque las situaciones hicieron augurar lo peor. Desde el Consistorio apelan, como siempre, a la precaución en puntos como este o el de El Embudo.
LOS CABALLISTAS, GRAN ESFUERZO
Han sido tres encierros con mucho movimiento en el campo, sobre todo el lunes y el martes, y gracias a la labor de los caballistas se ha logrado disfrutar de bellas estampas y de los encierros urbanos. En el del martes, el trabajo incansable de reconducción de dos reses dejaba una instantánea peculiar, la del reencuentro de los toros escapados con el resto de la manada. El alcalde de la villa advertía el primer día de que los caballistas debían colaborar más en su adhesión tras La Cañada, y ayer manifestó una mejora pero la “incomodidad” que generan “de manera involuntaria algunos caballistas que estorban”. Sin embargo, la organización de los caballistas más experimentados y la dirección de campo ha logrado que el trabajo de sus frutos en las calles, y que aunque la manada se haya disgregado, de una manera u otra hayan podido entrar todas las reses en el recorrido de las calles, donde miles de personas esperan para ver el encierro.
