Las juntas electorales de cada zona de la provincia han entregado a los cargos designados por sus respectivos partidos, las actas que les acreditan como diputados provinciales, un nuevo grado en el escalafón político para quienes se sometieron a las municipales del 24 de mayo. Para muchos de ellos, fue otro reconocimiento tras el que les dieron sus ciudadanos en las urnas. Pero no para todos, porque también hay perdedores.
Las sedes judiciales de Segovia, Cuéllar, Santa María la Real de Nieva y Sepúlveda habían recogido de los partidos los nombramientos, y ayer se las asignaron a sus titulares. Con ellas tomarán posesión en el pleno constituyente del próximo miércoles 24 de junio.
Estas elecciones secundarias o indirectas, suponen para los alcaldes y concejales un grado más en su cargo político.
Algunos repetían la ceremonia. Para otros representaba algo totalmente desconocido, como es el caso de los dos representantes de sendos partidos que entran en la Corporación provincial este año, como son María Cuesta, concejala por Ciudadanos en Espirdo; y Juan Ángel Ruiz, edil de San Cristóbal de Segovia por UPyD. El resto de diputados provinciales, 13 del PP y 10 del PSOE, al menos tenían el consejo y experiencia de sus compañeros de partido.
Su presencia en las instalaciones judiciales —sede de la junta electoral— iba acompañada en muchos casos de la alegría por el todavía reciente nombramiento. De forma especial se daba entre los miembros del PP, donde este hecho contrasta con la decepción de muchos compañeros, pues muchos son los llamados y pocos los elegidos. De hecho a nivel interno se han expresado discrepancias sobre las razones que rigen esta “selección”.
Fuentes del partido argumentan que hay muchos factores a tener en cuenta: los resultados electorales, el trabajo desarrollado a nivel político y de gestión, la representación territorial, la formación e incluso la rotación de caras. Incluso este año se recurrido a votaciones internas entre los diputados que habían solicitado sentarse en el hemiciclo provincial; una experiencia que se impuso hace cuatro años, y que se descartó para el futuro.
En definitiva, y como ocurre cada cuatro años, el cargo de diputado se presenta para los “s-electos” como un reconocimiento y agradecimiento de los propios partidos a sus representantes.
