El uso cada vez más extendido de tarjetas de crédito y de débito, al que se han sumado en tiempos recientes las billeteras virtuales, permite pagar sin utilizar monedas o dinero en efectivo, haciendo que esta forma de intercambio económico sea la más importante en casi todas las sociedades humanas, y una de las más abstractas.
Estas modalidades de pago son bastante prácticas para los consumidores, que ya no tienen que llevar efectivo encima, y pueden pagar desde un café hasta un coche, o unas vacaciones. Sin embargo, no lo son tanto para algunos comerciantes, especialmente para aquellos que venden productos o servicios con importes muy bajos, que es donde las comisiones de los bancos se hacen sentir.
“Los pagos de dos o tres euros con tarjeta nos perjudican”
Cada vez que hacemos un pago con tarjeta, un pequeño porcentaje queda como comisión para el banco o la entidad financiera a la que pertenece la tarjeta, y esto es algo que debe calcularse en el precio del servicio o el producto.
Cuanto mayor sea el pago que hagamos, la comisión se va a notar menos y menos va a afectar el porcentaje de ganancia del propietario; pero cuando los pagos son muy pequeños, la comisión se hace sentir y puede afectar los ingresos del comerciante.
A esto se refiere Sergio, propietario de una cafetería y que ha trabajado en el mundo de la hostelería desde hace más de veinte años.
“Lo noto todos los días. Cuando alguien paga un café de 1,60 euros, o una tostada de 2,80 euros con tarjeta, la comisión que me quitan puede parecer mínima, pero para nosotros no lo es. Los pagos de dos o tres euros con tarjeta nos perjudican mucho a los pequeños negocios”.
Márgenes ajustados y comisiones que se acumulan
A lo largo de un día entran y salen clientes que, con excepción de las horas de comida, se toman un café, compran un agua o un refresco, o piden un bocadillo. Son consumos que en su gran mayoría no superan los 3 euros.
Para ser competitivos y mantener la clientela, los hosteleros deben ajustar los precios y limitar la ganancia, que a su vez se ve afectada por las comisiones cuando el consumidor paga con tarjeta. En palabras de Sergio:
“Si en un día tienes 150 operaciones de este tipo, y la mayoría entran por tarjetas, el porcentaje que se va en comisiones lo notas. Es dinero que podrías destinar a pagar luz, proveedores, o incluso contratar a alguien unas horas más. Pero se desvanece en microcomisiones”.
Comenta que la entidad bancaria con la que trabaja aplica una tasa fija mensual por el TPV y se queda con un porcentaje por operación. A simple vista puede parecer poca cosa, pero sumado mensualmente puede equivaler a los suministros de pan o café de una semana.
¿Alternativas?
No son muchas las alternativas para mejorar la situación de los pequeños comerciantes; una podría ser establecer un límite para los pagos que se pueden hacer con tarjeta. A modo de ejemplo, no aceptar ningún pago con este medio por debajo de los 3 euros. Algo que no le parece viable a Sergi.
“La gente se ha acostumbrado a pagar absolutamente todo con tarjeta o con el móvil. Y lo entiendo. Pero para los pequeños negocios es poco sostenible”. Y respecto al límite de pago:
“Creo que sería contraproducente. Si un cliente quiere café y no tiene monedas, no puedo decirle que no. Prefiero asumir yo el coste antes que perderlo”.
La otra alternativa sería encontrar entidades financieras con comisiones más bajas, sobre todo cuando se trate de pequeños pagos. Es esto algo en lo que Sergio todavía no ha tenido suerte, por lo que deberá seguir asumiendo las pérdidas causadas por los pagos con tarjeta, para conservar la fidelidad de sus clientes.
