Tiempos duros para el pequeño comercio. Es imparable; las crisis aceleran las tendencias y la competencia de internet para el comercio tradicional –todos llevamos un centro comercial en el móvil- está siendo demoledora, arrastrada por las pantallas y la comodidad de comprar desde el sillón de casa. Sin embargo, el comercio es cercanía, servicio y asesoramiento. Las redes además de ser coto de cazadores de chollos, en ocasiones son un nido de picardía con productos que ayer costaban menos que la oferta estrella de hoy. El oportunismo detrás del anonimato de la web.
Me cuenta un comerciante espinariego que un cliente le pidió presupuesto por un producto costoso y especializado. “¡Sale 60 euros más barato en Amazon!” le espetó el cliente. Su comercio no podía competir en precio con el gigante americano así que el cliente se marchó para regresar a los pocos días explicando que había comprado por Internet y que se lo habían enviado… desmontado; no podía resolver el rompecabezas y acabó pidiendo ayuda a la tienda. “Claro que sí –dijo el comerciante- pero cobro 60 euros por el montaje que yo sí que incluía”. No podría competir en precio, pero sí en un servicio postventa que él no cobraba. Los precios se igualaban.
Tiempo de regalos. Castilla está cerrada y los comercios se vacían. Deberíamos pensar en ellos para huir de aquello que no suma en el pueblo. Debo de ser un clásico, pero me gusta ver las calles con vida.