Conocí a Mónica en un acto conmemorativo del día Internacional Contra la Violencia de Género (un 25 de noviembre), en la Subdelegación del Gobierno de Segovia. En aquella ocasión, fue nuestra provincia la encargada de organizar los actos de esta jornada en la Comunidad de Castilla y León y, dentro de ellos, Mónica contó, ante todos los presentes, su historia, de tal manera, que emocionó. Hoy, cuando ha pasado algo de tiempo, de ese que cura los males, o no, no ha tenido inconveniente en contarnos su experiencia, sus recuerdos.
— Mónica, ¿Perteneces a alguna asociación? ¿Cómo fue, por qué participaste aquel día en el acto de la Subdelegación del Gobierno en Segovia?
— Fue porque iba al psicólogo a través de los Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León en Segovia y ellos me comentaron que se iba a realizar un acto con ese motivo y, me preguntaron que si quería participar. Al principio me daba un poco de corte pero luego pensé: “Venga, lo hago”.
— Hay que “romper” por algún lugar, ¿No?
— Sí, aunque me daba un poco de… “cosa”. Yo sabía que me iba a emocionar… Es que me pongo muy nerviosa. Soy muy así…
— Para comenzar, cuéntame, a grandes rasgos, que pasó.
— Yo era separada. Tenía dos hijos de mi anterior pareja y me junté con este chico con el que he tenido otros tres. Yo siempre le noté que era un poco… No sé cómo decirte, no es que se le fuera la mano sino, psicológicamente… Cuando veía que yo estaba mal, porque algunas veces pues… ¡Yo que sé! porque habíamos discutido y a mí no me gusta estar enfadada con nadie, es mi manera de ser y, a lo mejor yo insistía en que me diera un beso… Pues siempre me daba el rechazo y no le importaba verme llorar. El se dormía y le daba igual verme mal… Era lo primero que noté, al principio.
Luego, ya fui notando que tenía agresividad. Tirar las cosas, dar portazos… no sé, cosas así, enfadarse mucho con la niña por cualquier tontería y… luego, cuando pasó la primera cosa, que me puso la mano encima, fue por una tontería de estas. Habíamos discutido, estábamos en la cama, yo quería arreglarlo e insistía en darle un beso y… le dije, en buen plan y… se puso agresivo y me tiró de la camiseta, me la rompió y yo me enfadé y le dije que si le parecía normal haber roto la camiseta y le pregunté qué le parecería si yo le rompía… Entonces cogió el cinturón, me lo puso al cuello y me dejó la marca… ¡Esa fue la primera vez!
— ¿Cuánto tiempo estuviste así hasta tomar la decisión de… terminar la relación? Desde aquella primera vez hasta que dijiste: ¡Hasta aquí!
— Lo que se refiere a ponerme la mano encima, no llegaba a hacerlo. Era más cosa de… que se enfadaba y tiraba un plato por la ventana o… cosas así. Más de amenazarme, de intimidarme, de rechazos, de hacerme sentir mal… ese tipo de agresividad. Luego, en los últimos meses, empezaron a entrarle celos por todo. Como dice el refrán: “Se cree el ladrón que todos son de su condición” y él estaba todo el rato en facebook hablando con otras, a escondidas, por teléfono… él se pensaba que yo hacía lo mismo y empezó a obsesionarse con que yo estaba con otro, que si me hablaba con otros, que si te vas con otros… llegó a perseguirnos, a mi hermana y a mí, un día que fuimos a la misa del Gallo, se vino detrás de nosotras, nos persiguió por las esquinas, escondido, a ver si era verdad que íbamos a misa… ¡Y eso que iba con mi hermana!
Los últimos meses fueron… muy mal… porque siempre había sido así pero, no tanto. Nunca había llegado a eso, a esos extremos… una obsesión, continuamente… de querer cogerme el teléfono, lo tiraba contra la pared… me insultaba delante de los niños… y, los últimos días, me puso un cuchillo en la tripa. Me dio un tortazo y me puso el cuchillo… y eso ya fue… cuando dije “¡Ya no puedo más!”. Ese día no estaban los niños pero, yo no quería que viesen eso.
— Por desgracia es muy frecuente que se den casos de violencia de género. ¿Qué piensas cuando lo escuchas? ¿Recuerdas lo que viviste en su momento?
— Yo… ahora tengo una amiga que lo está sufriendo y, además es claro, yo no sé si la habrá llegado a tocar porque ella no me lo ha llegado a confesar al cien por cien pero, sé que hay maltrato psicológico…: “¡El hijo no es mío!, es de fulanito…”, la amenaza, que si te voy a hacer esto… y lo pasa fatal.
Intento hablar con ella pero, va un día y me dice: ¡Lo he dejado! Lo he dejado con él y yo le digo: “Ya verás cómo te das cuenta de que vas a estar mejor… Te lo digo por propia experiencia porque a mí me pasó” pero, a los pocos días me cuenta que lo ha dejado volver… y, se me viene todo encima… ¡Lo paso fatal! ¡A mí me da miedo por ella! Porque yo sé que eso no va a ir a mejor ¡Irá a peor!
— Algo que todas las mujeres pensamos alguna vez es: ¿Cómo puede ser que nos anulen poco a poco? Tú tuviste una pareja anterior en la que todo esto no existió, podías comparar…
— Sí, con mi primera pareja todo funcionó bien pero me casé muy joven… y terminó. Con el segundo…Llega un momento en el que te das cuenta… es como un miedo… a no saber estar sin él ¡No lo sé explicar! Pensaba que si me iba “de con él”, no sería nadie, no sé cómo explicarlo, ¡Es muy difícil! Es una sensación muy difícil de explicar.
— ¿Cuánto tiempo llevas sin esa pareja?
— Tres años, más o menos.
— Y feliz,
— Sí, la verdad. Al principio tengo que reconocer que me costó un poco pero no por él sino por la sensación de que me tocaba estar sola con los niños, de que los niños no le veían. Aunque por otro lado pensaba que era mejor para ellos, porque les estaba creando agresividad.
Cuando me vine a Segovia a vivir, tuvo que estar la educadora con ellos porque no sabían… Era todo agresividad… No sabían contestar y reaccionar bien pero, sí me costó un poco… Pero luego, al ver pasar los días, al ver que yo era autosuficiente… Que yo podía estar con los niños e, incluso era mejor porque, antes tenía que hacer lo suyo y lo mío y, ahora, ya solo era lo mío y lo de mis hijos… ya te vas dando cuenta de que te sientes un poco más… tranquila.
— Antes estabas pendiente de él pero, ¿has sentido miedo, también?
— Sí, yo con mis hijos, con mis otros dos hijos, los de mi anterior pareja… Con el chico se llevaba bien pero, con la chica muy mal. Mi hija es un poco rebelde, la insultaba y, si nos íbamos a Málaga, porque él es de allí, no quería que me la llevara. No sé si porque no viera la gente que yo tenía otros hijos… ¡Y, yo cedía…! Algunas veces me pongo a pensar y digo: “¡Por qué deje yo que me hicieran esto! Casi perdí a mis hijos por culpa de él porque, mi hija veía que yo me iba y no me la llevaba… Pero en ese momento era como que estaba cegada y, con tal de complacerle a él y que tuviese lo que quería…
— Cuando vivías esta situación ¿qué echabas de menos? ¿qué ayuda te hubiera gustado tener para poder salir de esa situación?
— Creo que cuando te ves sola con hijos lo peor es irte a trabajar y no saber con quién dejarlos, yo, por ejemplo, no tengo aquí… bueno, tengo a mi hermana pero ella trabaja en hostelería y no tiene tiempo, no la podía decir que se quedara con los niños, porque ella también trabajaba. Entonces hay momentos en los que digo: “Tengo que trabajar y necesito trabajar pero, ¿Dónde dejo a los niños?”, es muy difícil y ha habido momentos en los que no me llamaban para trabajar porque yo me negaba, decía: “En los turnos de mañana, lo que quieras pero, los de tarde, no puedo”. Salir a las 10 de la noche, ¿Dónde dejaba a los niños hasta esa hora? Eso ha sido para mí lo más difícil.
— ¿Antes de separarte definitivamente de él, lo denunciaste alguna vez?
— La primera orden de alejamiento… sí. Estuvo un año y pico con orden de alejamiento. Luego, la última vez, ya iba a denunciar… y llegamos a un acuerdo. Me dijo: “No me denuncies que me voy a Málaga”.
Hablé con la gente de la Junta y me dijeron que me asegurara de que se iba de verdad: “A ver si te va a decir que se va y no es verdad” pero, como él me aseguró que se iba, no puse la denuncia, más que nada porque si lo denunciaba, luego era más difícil que viera a los niños. Tendría que verlos en un punto de encuentro…
— ¿Desde entonces has tenido algún problema más con él?
— No, ya se acabó. Alguna vez se ha puesto agresivo por el teléfono porque pretendía reducirme lo que me daba para los niños, porque se quería ir a un piso de alquiler y no le daba el dinero… Y yo le contesté que era lo único que estaba haciendo por los niños, porque no les veía, lo estaba haciendo yo todo y encima les quería quitar lo poco que les daba para comer… Y me contestaba: “¡Bueno, pues ya veremos cuando me quede sin nada!, pero no llegó a más.
Yo también intento… Por mí parte, no le he quitado el ver a los niños ni el hablar con ellos…
— ¿Tú no pones problemas pero él no viene a ver a sus hijos?
— No, porque dice que él está allí, en Málaga; que no tiene dinero; que por el trabajo no puede venir, esto y lo otro… Lo típico… Pero yo nunca he puesto impedimentos. Es más, la mayor no quería hablar con él y yo he procurado que cambiaran las cosas. Ella se sentía abandonada, la llama una vez cada… ¡puf! Y a ella eso no le valía.
— ¿La familia, por ejemplo, como tomó todo esto?
— Mi familia me apoyó pero, la de él, no. Ahora yo creo que han abierto los ojos, sobre todo su madre, porque ha estado viviendo con ella y la debió zarandear un día. Y eso que está enferma.
Estuvo un tiempo viviendo con ella pero la ha dejado, se ha ido a vivir de alquiler y ni la habla ni nada… Ahora es cuando se habrá dado cuenta de que no era como ella decía, que la mala y la que le estaba volviendo loco era yo.
— Cuando se habla de la violencia de género ¿Crees que se hace desde un punto de vista superficial? ¿Qué la gente comprende lo que es?
— Hay de todo. Hay gente que lo comprende y otros no. Ha y gente que te comprende y los hay que creen que has tenido tú la culpa porque… ¡Yo qué sé!
— ¿Sigue habiendo eso?
— Claro que lo hay. Hay mucho… Sí que hay mucha gente todavía
— ¿Alguna vez te han dicho el típico: “¡Algo habrás hecho!”?
— Quizás no me lo han dicho directamente pero… por la manera de comportarse…
— ¿Todavía te cuesta hablar de ello?
— No es que me cueste hablar de ello pero, me trae recuerdos. Ya no me cuesta tanto. Yo siempre he intentado hablar mucho porque me parecía que me sentía mejor aunque algunas veces tengo momentos de bajón y sigo teniendo ansiedad.
— Para terminar, tú recomendación es que todas las personas afectadas por algo así, salgan en el momento que puedan de esta situación…
— Es lo mejor que puedes hacer. En un principio cuesta dar el paso pero una vez que tomas la decisión… Aunque no he tenido nunca una gran autoestima, me valoro más y veo que estoy sola con mis hijos y estoy sacando todo adelante. Si yo he podido, otras también pueden hacerlo.
