El recinto amurallado de Segovia es, como su propio nombre indica, la parte de la ciudad que se encuentra en el interior del trazado de la muralla, cuyos orígenes se remontan a la época final del Imperio Romano, aunque la mayor parte se construyó entre los siglos XI y XII. Se trata, pues, de la zona más antigua de Segovia y la que, en su día, albergó a la mayor parte de su población, así como los más importantes comercios o instituciones. Sin embargo, con el tiempo esto fue cambiando mucho y lo que antes era el centro neurálgico de la ciudad ahora ha pasado a ser más un centro turístico con cada vez menos habitantes (y más envejecidos). De hecho, solo de 2019 a 2022 su población descendió un 17%, y actualmente apenas cuenta con 3.000, que no es ni el 6% de toda la ciudad.
A esto hay que sumarle otros problemas a los que se está enfrentando actualmente el recinto amurallado, como el ruido nocturno las dificultades que supone vivir en una zona antigua que, al ser Patrimonio, no puede modificarse, o el posible traslado de algunas instituciones municipales de la zona al edificio del CIDE, frente al polígono de El Cerro. Sin obviar la polémica formada en torno a la construcción de un aparcamiento para el Centro Médico de Los Tilos.
A finales del pasado mes de septiembre, la Asociación de Vecinos del Recinto Amurallado (AVRAS), que está tratando de resolver estos problemas junto al Ayuntamiento, se reunió para elegir a su nueva junta directiva. Allí, Clemente Oria Martín sustituía a Pedro Montarelo como presidente y, el pasado mes de enero, afrontaba su primera asamblea en el cargo frente a sus vecinos y a algunos representantes del consistorio, a quienes expuso las peticiones de la gente. Tras esto, El Adelantado ha podido hablar con él para que nos cuente la situación de esta parte de Segovia y cómo está afectando a sus vecinos.
– ¿Cómo era antes la zona del recinto amurallado?
– Al principio era el principal núcleo de la población de Segovia. Y su importancia radicaba sobre todo en esto, además de en las instituciones y en el hecho de que aquí se encuentran algunos de los edificios más emblemáticos.
– ¿Y cómo fue cambiando esto con el paso de los años?
– El recinto en sí mismo ha cambiado muy poco, porque ha mantenido su conformación medieval. Lo que pasa es que esto, aunque puede resultar atractivo para los vecinos, también es un inconveniente, porque las calles son muy antiguas, no se puede meter casi el coche, no hay garajes… además de que es un sitio caro. Así que, con el tiempo, la gente empezó a irse poco a poco a vivir a los arrabales del exterior de la muralla, a barrios como San Millán. Esto ha hecho que el recinto se haya convertido en una zona turística, de ocio, esparcimiento y visita ocasional.
– ¿Cuáles son los principales problemas que tiene actualmente el recinto amurallado?
– Los problemas que hay en el casco histórico vienen arrastrados desde hace mucho tiempo y no han sido creados ni por una agrupación, ni por un mandato, sino que se han ido acumulando. Los más graves son los ruidos provocados por la actividad nocturna, que han existido desde hace mucho tiempo, el turismo masivo, que a su vez provoca la aglomeración de comercios de hostelería, la falta de servicios de abastos, notada especialmente por la situación del Mercado de Los Huertos, y los precios desorbitados de los alquileres, tanto de vivienda como de comercios.
– ¿Cómo es vivir dentro del recinto amurallado?
– Aún sin todos estos problemas, es incómodo, porque estamos hablando de una zona en las casas no tienen garaje, y no se pueden hacer porque la construcción es la que es (lo cual entendemos que no puede ser de otra manera) y hay que ir con las maletas de un lado a otro. Y tampoco caminar resulta un placer divino, porque, aunque hay muchas zonas peatonales, los parques y plazuelas son pequeñas y, además, no están muy limpias y cuidadas. La gente cree que los que vivimos allí somos unos afortunados, ricos y pudientes, como dicen algunos. Y no se dan cuenta de que la mayor parte de los vecinos estamos allí porque nuestras familias han vivido ahí toda la vida porque hemos heredado la casa y, evidentemente, uno va ahora a comprar y le costará lo que le cuesta.
– ¿Cómo fue la asamblea de esta semana?
– El objetivo era actualizar las propuestas y dar un poco a conocer a la nueva junta directiva. Convocamos una reunión abierta, de forma que también pudieran acudir los no socios, pero la asistencia no fue tan numerosa como me hubiera gustado. Eso sí, se agradeció la presencia de los tres concejales (May Escobar -Turismo, Innovación, Digitalización Urbana y Promoción Económica-, Alejandro González Salamanca -Urbanismo y Patrimonio- y Azucena Suárez -Asuntos Sociales-), que además viven en el recinto. Pero lo que no estaba previsto es que se presentase más gente que trabaja en en el ayuntamiento, lo cual también me pareció estupendo porque así pudieron comprobar los problemas de primera mano. Y nada, entre todos fuimos comentando todos estos temas.
– ¿Se está notando la falta de algunas instituciones?
– Pues sí, porque ya se han llevado los juzgados, el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), la biblioteca… Todo se va yendo, y para colmo ahora se quieren llevar los que se mantenían. Que se habla muchísimo de que se quiere mantener la vida en el casco histórico y, sin embargo, se llevan los servicios. Ya solo falta Correos. Y esto perjudica mucho al casco histórico porque, aunque la gente que solicite estos servicios no resida aquí, sí se mueven aquí más tiempo y hacen compras, consumen… hacen vida dentro del barrio.
– ¿Y la falta de gente viviendo en la zona?
– Quizás no tanto, porque tampoco es un éxodo masivo, sino que se están yendo poco a poco. Pero, de hecho, solo hay que ir por el casco, por la Calle Real y se pueden ver un montón de edificios abandonados. Y los que están en funcionamiento a tope es porque se han rehabilitado para estudiantes o para pisos turísticos.
– ¿Y no compensa la presencia de estudiantes y turistas esa falta de segovianos viviendo en la zona y pasando por allí?
– Pues para ciertas cosas sí, pero para otras no. Afortunadamente para algunos y desafortunadamente para otros, la zona está todos los días a rebusar, pero de gente de fuera Los estudiantes sí son gente que sí que hacen que el casco durante el día tenga vida y por la noche también, demasiada incluso. Pero el turista que viene a lo mejor a pisos turísticos en plan familiar no siempre gastan aquí porque muchos ya se traen la compra de dos o tres días de su casa o pasan por un supermercado de estos de fuera antes que por uno de aquí.
– Demasiado por la noche… ¿Hasta qué punto es grave el tema del ruido nocturno y qué habéis pedido al Ayuntamiento para que se haga frente a esto?
– Con la IE University, muchos de los que viven en el recinto amurallado son jóvenes de pisos de estudiantes que luego salen por la noche de fiesta. Es normal y lo entiendo, que yo también he sido joven. Pero el problema es que, aunque hay excepciones, muchos de ellos son muy poco educados, hacen muchísimo jaleo de madrugada y no dejan dormir a los vecinos, que, además, la mayoría son personas mayores. Creo que para esto se pueden desarrollar polítitas para poner más vigilancia en la zona a esas horas, que esto no requiere de hacer ningún gran estudio.
– ¿Cree que el ocio nocturno de la zona tiene que ver con lo que decía de que las calles no están del todo limpias?
– Pues un poco sí. Porque con algunas fiestas te encuentras las calles oliendo a pis. Pero también se debe a que ponen los contenedores como a las siete de la tarde, o algo así, y los quitan a las seis de la mañana. Y la basura, sobre todo la orgánica, solo se puede echar a partir de las ocho de la tarde. Pero claro, hay gente que no espera. Y aunque algunos la llevan hasta los contenedores fijos, otros muchos dejan las bolsas al aire al lado de las papeleras para que luego llegue el del contenedor y la tire. Ahí hay una campaña dentro de las casas en la que han puesto carteles que dicen “por favor no deje las bolsas de basura en las calles, échela a los contenedores”. Lo que pasa es que muchas veces esas bolsas no son de vecinos, sino de los comercios que, además, tiran un montón de cajas de cartón y acabas viendo varias montañas de ellas ahí puestas.
– ¿Qué opinan en la AVRAS sobre el aparcamiento de Los Tilos?
– Pensábamos que era un tema que estaba ya bien cerrado, pero ahora lo han reabierto. Y no lo entiendo, porque tienen un sitio al lado a unos 50 metros estupendo para hacer un parking maravilloso y que no iba a suponer ningún trastorno para el que tenga que ir al casco. Pero quieren hacerlo dentro del recinto cuando allí podría haber perfectamente un parque. Por otro lado se habla de que se podría rehabilitar Los Tilos con una función distinta a la que tiene, que es la reivindicación que siempre hemos mantenido. No va a ser un hospital como el general, evidentemente, porque tiene problemas de acceso también y las ambulancias no podrían entrar y salir constantemente, pero sí podría tener otros usos dentro de la medicina, como geriatría, oncología o salud mental, que tendría menos pacientes y requeriría unas instalaciones más modestas. Y sin embargo se dice que se va a rehacer, es decir, tirarlo y volverlo a construir para hacer una residencia de ancianos o de estudiantes.
– ¿Qué les dijeron los representantes del Ayuntamiento?
– Estuvieron totalmente abiertos y nos explicaron bien sus argumentos. Afirman que llevan poco tiempo en sus cargos y que se han encontrado una serie de problemas que no les han gustado, pero que lleva tiempo modificar. Hay proyectos en marcha y cosas que claro hay que ver cómo se cierran para empezar con otras. En eso podemos estar de acuerdo, pero también les dijimos que hay cosas que sí podrían haber hecho ya sin necesidad de hacer tanto estudio y que podrían ser de aplicación inmediata, como lo que te comentaba del tráfico.
– ¿Qué les parece la propuesta del Ayuntamiento para reformar el Mercado de Los Huertos?
– Sobre esto ya mantuvimos en su día una reunión con el alcalde, José Mazarías. El proyecto que nos presentó nos parece bien, o sea, bien, no tenemos ningún reparo. Tiene una parte que es de servicio al público, de abasto normal, y luego otra como de servicio propio como, por ejemplo, una tienda de ultramarinos. Además, en el patio atrás pues tienen pensado montar unas mesas con carpas, y los puestos tendrían dos ventanas; una sería al público que va a comprar y otra por la que se podría servir a la gente que va allí a tomar algo sentado. Muchos mercados de ciudade se han reconvertido en una especie de mercado gastronómico, por decirlo de alguna manera. Pero a nosotros nos parece bien lo otro, porque es como dar otra vía de otra posibilidad de negocio al que vaya a instalarse. La rehabilitación es necesaria porque aquello lleva un montón de años que no presenta condiciones para montar un negocio. La estructura no parece que esté mal, pero hace falta rehabilitación, y para ello hay que tener en cuenta y seguir dos condiciones inexcusables: que siga siendo un mercado de abastos, fundamentalmente, y que se priorice y se den las facilidades necesarias, especialmente a los puestos que aún están abiertos allí.
