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Claudio García: El inacabable sueño de un hombre de acción

por EL ADELANTADO
21 de agosto de 2022
en Segovia
hombre en escritorio

Claudio García, en su despacho.

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Al físico alemán y creador de la teoría de la Relatividad Albert Einstein se le atribuye la frase: “intenta no volverte un hombre de éxito, sino un hombre de valor”.
La filosofía de vida que se desprende de esta sentencia es aplicable a la trayectoria del empresario segoviano Claudio García García, que a base de constancia y trabajo pudo levantar un importante grupo empresarial relacionado con el automóvil.
Su historia es muy similar a la de los emprendedores que a lo largo de la historia han construido su trayectoria empresarial con el modelo ‘self made man’ al que tanto nos han acostumbrado desde la iconografía cinematográfica norteamericana. En su caso, Claudio García ha decidido reunir lo más importante de su peripecia vital y empresarial en el libro ‘Al volante de la vida’, narrado en primera persona, lo que da un mayor valor al testimonio.
Claudio García nace en la localidad segoviana de La Matilla el 8 de noviembre de 1934, y en su libro narra una infancia “en la que la gente era feliz y cantaba y bailaba más que ahora” en un tiempo “en el que no había casi coches y los desplazamientos se hacían en carros, cuando no a pie”.

libro claudio garcia 2

“En las localidades más grandes los únicos taxis eran filas de coches de caballos flacos, porque había poco que comer, para los caballos y para la gente que sin embargo era hospitalaria”, asegura García, que era el cuarto de siete hermanos, criados por sus padres Manuel y Ángeles en un ambiente de unión donde “su tenacidad y empeño era un gran ejemplo para nosotros”.
“Mi infancia no es un recuerdo de soledad ni de sufrimiento –explica el empresario-. Tenía cuatro años cuando estalló la Guerra Civil española y afortunadamente en La Matilla no tuvimos ninguna constancia directa de la contienda; si acaso, recuerdo que de vez en cuando repicaban las campanas de la Iglesia y todos los chavales del pueblo corríamos a la plaza para intentar saber qué pasaba”.
El medio de vida de esta familia era la labranza y el ganado, con jornadas de sol a sol para cultivar los yeros, las algarrobas, el trigo y la cebada, aunque siempre quedaba el contacto con los vecinos y los juegos en la calle. La maquinaria no entró en el campo hasta bien entrada la década de los 50 y labores como las de la trilla en la era se antojaban duras y difíciles, pero “la realidad es que el esfuerzo no nos quitaba la ilusión, sino que alimentaba nuestro orgullo”.

libro claudio garcia 3

Todo era poco para sacar adelante a una familia numerosa, y además de las labores agrícolas y ganaderas, el padre de Claudio se afanaba en desarrollar otras actividades de comercio a pequeña escala. Así, se encargaba de trasladar los cereales de Segovia a la Sierra para aquellos que no disponían de ellos para alimentar el ganado, en una época complicada debido a las prohibiciones, y sobre todo por las precarias infraestructuras de transporte. “Mi hermano Ciriaco se ocupaba de ayudar a mi padre. En una ocasión un macho pisó a mi hermano, y como estaba en el suelo, mi padre no consiguió parar el carro y lo único que pudo hacer fue levantar la vara para que el daño no fuese tan grave”, narra en el libro.

libro claudio garcia 7

Mientras, Claudio tenía la responsabilidad de cuidar un rebaño de ovejas, acompañado de su perrita pastora ‘sola’, que encontró en un pueblecito cercano al suyo. Reconoce que el trabajo no era muy de su agrado, pero “como era muy perfeccionista quería que mis ovejas fueran las mejores, las más gordas y las más guapas; en definitiva, las mejor cuidadas”.
Su primera oportunidad llegó a los 18 años, cuando el Ayuntamiento de La Matilla decidió emprender obras para subir el caudal de agua al pueblo, y el contratista buscó gente del pueblo para la instalación de tuberías y zanjas, fijándose en él y encomendándole la custodia de las herramientas empleadas en los trabajos una vez concluida la jornada. Pero el horizonte comenzaba a ampliarse y en la cabeza de Claudio el sueño de trabajar en Madrid era ya algo más que un deseo.
Un golpe de fortuna propició este deseo, ya que en el sorteo para el servicio militar resultó designado excedente de cupo, por lo que solamente tuvo que cumplir seis meses en Colmenar Viejo (Madrid) y en el Cuartel de Artillería de Segovia. En 1954, Claudio llega a la capital de España y es acogido por sus tíos, y comienza su actividad laboral en ‘La Veloz’, una empresa de transportes que hacía rutas para trabajadores. Allí fue donde el ‘veneno’ de la automoción se inoculó en el adn del empresario, ya que a los pocos días de iniciar su trabajo como cobrador, se autopropuso para trabajar en el taller y aprender mecánica.
Su primer maestro, Ezio Candotti, -jefe de talleres de La Veloz- comenzó a valorar la curiosidad y el empeño de aquel joven aprendiz le llevó a recomendarle para trabajar en otros talleres y seguir acumulando conocimientos. Su primer coche reparado como mecánico fue precisamente el del médico de La Matilla, y su trabajo hizo que quedara como cliente consolidado.
El talento para la mecánica de Claudio García le llevó a especializarse en la reparación de bombas de inyección, y aunque su preparación se basaba más en la intuición y el análisis fruto de la experiencia, consiguió hacerse un lugar como especialista en los talleres más prestigiosos de la época.

dos soldados

La evolución continuaba, y más tarde consiguió entrar en la fábrica de camiones y motores Barreiros, uno de los emblemas de la historia de la automoción en España. Su experiencia le valió entrar como montador de bombas, trabajo que definía como “monótono”, pero el arrojo del empresario le llevó a hablar con sus superiores, quienes conscientes de su valía le ofrecieron opositar a un puesto de mayor responsabilidad. Ahí fue el despegue definitivo en la vida del empresario. Su papel en la empresa comenzó a tomar cuerpo y visitaba los concesionarios con un furgón taller con el que recorrió España para dar servicio a los clientes de la marca, para pasar después al departamento de control de calidad.
Años más tarde, en Barcelona tomó contacto con la empresa Autoinyección, cuyo dueño Javier Solá también se fijó en el joven mecánico segoviano y le propuso dirigir un taller junto a su hijo. De ahí, en 1964 Solá les ofreció quedarse con el taller junto a su hermano Manuel, y comenzó la carrera con la denominación Masterdiesel, donde a base de trabajo y de sus buenos contactos con Barreiros consiguió ser taller oficial de reparaciones de la marca.

boda

“Hacíamos hablar a los motores”, asegura Claudio García al referirse a esa etapa, y Barreiros les ofreció la concesión para comercializar sus marcas de turismos de referencia Simca y Dodge, que con el tiempo pasaron a ser Chrysler y después Talbot.
El tiempo pasa, y el negocio florece con nuevos proyectos. En 1982 Opel España le ofrece la concesión de sus vehículos en Cataluña y se amplía la red de concesionarios. La familia comienza a tomar cuerpo y los hijos de Claudio toman responsabilidades en algunas de las áreas de negocio; pero la crisis comienza a hacer mella y la recesión se llevó por delante en la década de los 90 algunos de sus proyectos empresariales. Pese a ello, el grupo cambia de nombre para llamarse MasterNou, y abre una nueva concesión, con la que ya cuenta con marcas de reconocido prestigio como Volkswagen, Audi, Kia o Toyota.
El siglo XXI comenzó con la expansión del grupo y la apertura de nuevas instalaciones, así como la adquisición de nuevas marcas como Honda. “Con las crisis hemos aprendido a estar estudiando, reinventando, y modificando nuestra manera de progresar… lo imprescindible, adaptarse al mercado y luchar sin descanso”, asegura en el libro.
Pero nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de su familia, comenzando por su esposa Rosa y siguiendo por sus hijos Claudio, Rosa y Miguel. “Mis hijos, junto a mi mujer han sido las personas más importantes en mi transcurrir empresarial –asegura-. Siempre pensé que ocuparían un lugar en la empresa y así ha sido, ellos representan una cultura empresarial impagable”.
Pero todo este periplo empresarial no le aleja de sus costumbres de hombre sencillo, compartiendo mesa y mantel con sus amigos de la ‘Penya Matinera’, informándose de la actualidad de su tierra con EL ADELANTADO o con un rato de conversación con amigos como Pedro Delgado, autor del prólogo de su libro, que define al empresario como “un apasionado de la vida”. Al filo de cumplir los 90 años, esa definición subraya la categoría humana y profesional de uno de los ‘segovianos de la diáspora’ que prestigian el nombre de la provincia. n

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