Al igual que sucede en la naturaleza cada vez que un animal herido da muestras de flaqueza, los signos de debilidad del Gobierno atraen al festín a nuevos depredadores que nunca se hubieran atrevido a enfrentarse con semejante presa en plenitud de facultades. Así, tras varios años de vivir a remolque de los socialistas, prestando sus votos cada vez que la recompensa era suculenta, CiU se aprestó ayer a salir de su madriguera catalana y, ante la nada descabellada perspectiva de que el Ejecutivo de Zapatero termine por autodisolverse en el marasmo del caos económico y su incapacidad para hacerle frente, los nacionalistas se apresuraron a tomar posiciones de cara al día después.
Cuando aún se escuchan los ecos de sus críticas a la reforma laboral propuesta por Moncloa y sus descalificaciones contra el intento de modificar el sistema de pensiones, el portavoz de Convergencia en el Congreso, Josep Antoni Duran, acudió presto al velatorio en que parece haberse convertido la política nacional para, sin ninguna oferta o propuesta concreta, declarar que la federación catalana está «dispuesta» a colaborar con José Luis Rodríguez Zapatero «en lo que sea necesario», con pactos puntuales, y también dentro de un gran Pacto de Estado, «para reorientar la política económica y superar la crisis».
Como si hubiera despertado de un largo sueño de más de dos años, el dirigente de CiU, al que no se le recuerda ningún afán de colaboración durante los años pretéritos más allá del cambalache de votos por dinero para la región mediterránea, mostró su «predisposición» a alcanzar acuerdos sobre medidas «que sean positivas para salir de la crisis». Por supuesto, Duran puso buen cuidado en atribuir la precaria coyuntura en exclusiva «a la falta de liderazgo y a la poca confianza que transmiten las políticas de Zapatero».
Por supuesto, poco importa que el agua llegue ya al cuello del sistema productivo, los catalanes tienen bien claro que sin contrapartidas no hay colaboración. «Estamos dispuestos a llegar hasta donde sea necesario. Puede ser un apoyo parlamentario a base de negociar, y, si de la negociación sale algo interesante, estaríamos dispuestos a aprobar una hoja de ruta que dé una confianza interior y exterior», manifestó el convergente.
«No son momentos de mociones de censura, ni de debates irracionales, ni de utilizar la economía como instrumento de erosión política. Es el momento, más que nunca, de los grandes acuerdos políticos, del gran pacto de Estado para la economía», manifestó Duran, en lo que supone un reconocimiento implícito de que el PP es ahora su rival directo en Cataluña.
Las ofertas de CiU llegaban casualmente después de que los populares, pese a descartar por el momento la presentación de una moción de censura -inviable sin el apoyo de los nacionalistas- achucharan un poco más a Zapatero al insistir en que es inexcusable su inmediata comparecencia en el congreso, «a ser posible esta misma semana», para explicar a los ciudadanos su «plan» y su «hoja de ruta» frente a la crisis económica. Según proclamó el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, la cifra de cuatro millones de parados evidencia que hay «una emergencia nacional» y hay que «saber si el presidente del Ejecutivo es patriota».
El recrudecimiento del acoso del principal partido de la oposición se producía al día siguiente de publicarse una encuesta que pone de manifiesto que un 82 por ciento de españoles suspende la gestión del Gobierno frente a la crisis.
