Las repetidas advertencias a las administraciones de los últimos años han caído en saco roto y después de 22 años abierto a visitantes y peregrinos, el Camino de Santiago se ha quedado huérfano de uno de sus emblemas: el Hospital de peregrinos del Convento de San Antón, en Castrojeriz (Burgos), un hito en el corazón de Castilla convertido en símbolo de la Ruta Jacobea.
El pésimo estado de conservación de un edificio levantado en el siglo XIV ha obligado al alma mater de este albergue, Ovidio Campo, a tomar una dolorosa decisión y ya en la mañana de ayer, instaló unos carteles advirtiendo del peligro de desprendimiento de piedras, así como un panel explicativo por los motivos del cierre.
A pesar de su tristeza, Ovidio Campo confía en la “sensatez” y la “sensibilidad” de los responsables de la Junta de Castilla y León, por lo que está seguro que en pocos días el “sentido común” se impondrá y los responsables de Patrimonio pondrán sobre la mesa una solución lo más rápido posible.
Para este enamorado de la Ruta Jacobea, no deja de ser un “contrasentido” que la Administración Autonómica colabore con las asociaciones de amigos del Camino de Santiago, que están impulsando albergues con una tarifa diaria de 10 euros, mientras “parece olvidarse” de los alberges de acogida tradicional.
La historia de amor de Ovidio con este convento comenzó en el año 1989, cuando siendo peregrino conoció unas ruinas que le dejaron impresionado. No obstante, el matrimonio no fraguó hasta el año 2001, cuando, a través de la Fundación San Antón, llegó a un acuerdo con el propietario para el alquiler de las ruinas durante treinta y cinco años. Así, bajo el espíritu auténtico del Camino, nació San Antón, un albergue pequeño, con doce camas, sin electricidad ni agua caliente, pero donde todos los peregrinos pueden descansar y tomar un café.
Solo el pasado año, gracias a la generosidad de la veintena de hospitaleros llegados de diferentes partes del mundo, más de 50.000 personas pasaron por este punto icónico de la Ruta Jacobea, mientras que fueron unos 1.500 peregrinos los que durmieron en un hospital que conserva vivo el propósito fundacional de la asistencia a los peregrinos del Camino de Santiago, ya que se mantiene únicamente gracias a los donativos de los caminantes.
