Transcurridos tres días desde que la cumbre sobre cambio climático de Copenhague se cerrara con un raquítico acuerdo, una mera «declaración de intenciones», como reconoció la ONU, ningún país quiere resposabilizarse de tan decepcionante resultado, haciendo bueno el principio de que las victorias tienen muchos padres, pero las derrotas son huérfanas.
De este modo, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino calificó ayer de «importante y positivo» el texto consensuado en la capital danesa, y tildó de «falsas e irresponsables» las informaciones que señalaron a Pekín y Washington como las grandes culpables de que no hubiera un pacto vinculante y con fechas y cifras de recortes en las emisiones de dióxido de carbono (CO2), responsables del efecto invernadero que está elevando la temperatura global del planeta.
El titular del departamento, Yang Jiechi, se mostró optimista sobre los resultados de la cumbre, y aseguró que China «continuará trabajando con el resto de la comunidad internacional» para hacer frente a los retos del mundo.
Mientras el canciller chino pronunciaba estas palabras, en una recepción de Año Nuevo para los diplomáticos en Pekín, su portavoz Qin Gang subrayaba la «transparencia» que su nación mostró en sus comunicaciones en Copenhague y negaba «pactos secretos» entre China y Estados Unidos para salvar la cara de ambos.
«Algunos medios aseguran que el acuerdo no fue transparente porque se alcanzó secretamente entre EEUU y los países Basic (Brasil, Sudáfrica, China y la India) sin consultar a otros Estados (…). Son comentarios que no son ciertos, irresponsables y con motivos ocultos», aseguró Qin. El portavoz indicó que en las negociaciones, en las que participó el primer ministro, Wen Jiabao, defendieron desde el principio que las naciones pobres no han de tener obligaciones vinculantes, puesto que Pekín considera que la responsabilidad histórica del cambio climático recae en los territorios más desarrollados.
Qin afirmó que la comunicación de China fue especialmente fluida con el bloque de países con menos recursos, así como con los Estados isleños más amenazados por el cambio climático. Qin concluyó señalando que la Cumbre de Copenhague «no es el final, sino un nuevo principio».
La cita en la capital danesa finalizó el pasado sábado, después de maratonianos debates, con un acuerdo de mínimos ofrecido por el presidente estadounidense, Barack Obama, y que según muchos medios de comunicación se cocinó en el encuentro que éste mantuvo con el primer ministro chino.
El pacto establece ayudas millonarias a los países en desarrollo para que aumenten sus programas medioambientales, y ordena a las naciones ricas que reduzcan emisiones, pero no establece cuotas, por lo que éstas deberán ser decididas en posteriores negociaciones (como las de 2010 en México).
China anunció a finales de noviembre que recortaría su intensidad de carbono (emisiones de CO2 por unidad de PIB) entre un 40 y un 45 por ciento en 2020 con respecto a 2005.
