Que la tauromaquia goza de salud lo saben hasta las encuestas sesgadas del Pacma. Que Las Ventas se está llenando más que nunca, pese al incremento del precio de las entradas y la ausencia de grandes alicientes, es una alegría para Madrid. Pero que a día de hoy está siendo una de las ferias más plomizas de los últimos años es una realidad. La cuesta de San Isidro comienza a empinarse y ayer, tras 16 tardes de abono, se sumó un baile de corrales con dos devoluciones. Lo que iba a ser una novillada con cinco ejemplares de Guadaira y uno de Torrbehandilla se convirtió en tres y tres.
Podía haber sido un desafío ganadero, de haber tenido más chispa los utreros. Nobles y manejables, hubo alguno con opción de premio, aunque lo más reseñable fue la actuación de un templado y asentado Alejandro Chicharro, que mantuvo su crédito tras salir por la Puerta Grande de esta plaza hace menos de un mes y solo un pinchazo le privó de oreja en ambos novillos. Completaron la terna Lalo de María, más hecho y artístico que el año pasado aunque sin dar el paso final, y Pepe Luis Cirugeda, con ganas pero sin lote. El espectáculo sobrepasó las dos horas y media.
Lo mejor llegó con Chicharro. Y eso que en el inicio se protestó al tercero, por sus hechuras, un novillo manejable y justo de fuerzas, pero que dio un buen juego en la muleta de Chicharro. El madrileño lo supo aprovechar y administró los tiempos y los terrenos para ligar pases de mucho mérito. Naturales de nota y mucha solidez. Esas fueron las aristas de un inteligente y templado Chicharro, cuyos pases destacaron por los remates al final de la cadera. Finalizó de ajustadas manoletinas y un pinchazo que, probablemente, hizo que menguara la concesión de oreja, pese a la petición; y dio una vuelta al ruedo.
Chicharro evidenció sus buenas formas con el capote y continuó con la muleta con un concepto sereno y de mucha quietud ante un soso astado. De nuevo, volvió a destacar por el valor y al distribución de tiempos, con sumo talento. Otra vez pinchó, aunque el premio le tenía prácticamente en su muñeca. Finalmente, saludó una ovación.

DE MARÍA, CON OPCIÓN
Estrecho, fino de hechuras y serio de cara fue el primer utrero, de la divisa de Guadaira, que salió suelto. Frío de salida tanto el astado como De María, pero conforme fue transcurriendo la lidia y se entró en la parte de muleta ambos mejoraron. Ejemplar que cumplió en el tercio de varas y tuvo movilidad, repetición y nobleza y un novillero de buen trazo y composición. El francés estuvo correcto, pero faltó algo más de acople para terminar de conectar. Novillo, nada complicado, para sacar premio, en una actuación que se diluyó sin emoción. Estocada contraria y un silencio gélido.
Más alto y largo fue el segundo de su lote, que tomó parte en el anillo de Las Ventas de forma distraída y tuvo que ser devuelto. Salió en su lugar otro sobrero de Torrehandilla, un jabonero noble y de buena condición, pero sin chispa. Parado y soso. De María estuvo firme, en un trasteo que no cogió vuelo, al igual que el conjunto de su paso por Madrid.

CIRUGEDA, SIN LOTE
Hubo movimiento de corrales en el segundo. Salió un sobrero de Torrehandilla, bien presentado pero falto de raza. Salía suelto de los engaños de Cirugeda, que en su presentación en Las Ventas como novillero con picadores evidenció sus ganas citando de rodillas al animal en los medios. Después, poco lucimiento ofreció este sobrero en una faena parca de repercusión.
Recibió a portagayola a otro ejempar del mismo hierro, en este caso el remiendo titular definido en el sorteo. Asfino y serio, resultó manso y deslucido de comportamiento y Cirugeda poco pudo ofrecer.
Ficha
Plaza de Toros de Las Ventas (Madrid). 16º festejo de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de aforo: 18.547 espectadores. Novillos-toros de Guadaira y Torrehandilla (quinto, segundo bis y cuarto bis), desiguales y nobles.
Lalo de María, silencio y silencio.
Pepe Luis Cirugeda, silencio y silencio.
Alejandro Chicharro, vuelta al ruedo y ovación (aviso).
Los banderilleros Juan Carlos Rey, y David Adalid y Rafi Goria se desmonteraron al parear al tercero y quinto respectivamente.
