Podría plasmar sobre estas líneas la preocupación real que siento acerca del futuro del fútbol sala en la cúspide de esta pirámide. ¿Serviría de algo?No. La expresión «deporte del fútbol sala» se ha derrumbado como un castillo de arena, situado en una preciosa playa pero sin cimiento alguno y siempre al capricho de vientos y mareas que lo van erosionando poco a poco…hasta que llega una ola gigante que borra cualquier atisbo de proyecto. Por concluir la referencia hacia el problema me gustaría citar a un gran ex ‘futbolsalista’ que en una de sus charlas respondió con coherencia y contundencia a partes iguales: «Si ante un conflicto de esta envergadura, los máximos referentes y responsables son incapaces de negociar y llegar a soluciones, deberían marcharse y dejar paso a otras personas».
Créanme cuando les digo que, aunque a nivel económico y mediático una vez que abandonas ese círculo estás casi condenado al ninguneo y ostracismo permanente, no hay mejor terapia que situarse a las Antípodas de esa escalera e iniciar el camino en el escalón de la base. No es un descanso y menos un retiro. Es un reciclaje que tampoco es sencillo pero que afrontado con vocación y predisposición puede llegar a ser muy enriquecedor.
En esa realidad donde ya se han iniciado las diferentes competiciones sigo observando (aunque es cierto que un poco menos) comportamientos en la cancha, banquillos y sobre todo grada que dejan bastante que desear. En los primeros el árbitro siempre tiene el reglamento para actuar y tomar decisiones disciplinarias pero ¿cómo hacer frente a lo que se vomita desde fuera?
Desgraciadamente es algo de lo que se ha hablado tanto que ya ha dejado de afectarnos hasta que no surge un hecho que sobrepasa los límites virales en medios y redes sociales.
Por supuesto que es un problema de educación y creo que ese proceso que la mayoría de las veces se desarrolla de forma independiente sería imprescindible que desde la Federación se llevara a cabo de manera transversal para dejar de ver al árbitro como el elemento externo en el partido. Jugadores y entrenadores tienen el escudo de su club en la cancha pero el árbitro carece en demasiadas ocasiones de ese apoyo que les permita realizar su labor, aunque sólo sea con tranquilidad.
Sin árbitros no hay competiciones. Colaboremos en ello. Obligatoriedad para entrenadores, monitores y delegados de asistir a jornadas formativas impartidas por árbitros para conocer (porque lo desconocemos y mucho) el reglamento, o analizar jugadas o situaciones conflictivas, árbitros que pudieran asistir a entrenamientos de equipos para practicar durante unos minutos en alguna tarea…Únicamente se trata de poner a la misma altura en el umbral de importancia a todos los protagonistas. ¿Es algo tan complicado?
