Ni en Madrid ni en Barcelona. Alfonso Pérez es diseñador gráfico en Soria. Por eso, admite que es un hecho “milagroso” triunfar en este “oficio” desde la pequeña ciudad castellana, alejado de las posibilidades que ofrecen las grandes capitales, donde, no obstante, la competencia es feroz. Sin embargo, este diseñador trabajar en Soria gracias a la calidad de sus trabajos (en obras relacionadas con la cartelería, la publicidad y el mundo editorial), y, según confiesa, la creciente toma de conocimiento por parte de las instituciones y empresas de que el diseño supone hoy una herramienta fundamental para ‘vender’ sus ideas y productos, sobre todo al exterior.
Este creador soriano es uno de los tres que, desde ayer, exhiben sus trabajos en Palacio de Quintanar, en la apuesta de este espacio por “promover y difundir” la obra de los diseñadores que trabajan en Castilla y León y que exportan sus trabajos al resto de España y del mundo, según explicó su director, Gianni Ferraro. “Diseño Gráfico en Castilla y León” es la primera de una serie de muestras organizadas por Palacio de Quintanar para promocionar a “los grandes profesionales” de esta Comunidad, la única en España donde no existe una asociación profesional de diseñadores de ámbito regional. “Los diseñadores han sufrido un cierto desamparo y Palacio de Quintanar, que cumplirá pronto cinco años de vida, pretende ser un referente para todos los profesionales de esta Comunidad”.
La exposición inaugurada ayer, y que se prolongará hasta el 13 de marzo, está formada por un centenar de trabajos realizados por los creadores Miguel Díez, Pablo Guerrero y Alfonso Pérez, que apuestan por el diseño gráfico como instrumento diferenciador para las empresas en un mundo altamente competitivo. Los tres diseñadores de la Comunidad exponen sus diferentes creaciones sobre la identidad corporativa, el packaging y el mundo editorial.
Pérez ha traído a Segovia una veintena de trabajos de diseño, realizados en la última década, y relacionados con el mundo editorial, en diferentes formatos, como catálogos, libros, carteles y publicidad. El diseñador, que promovió la creación de una pequeña asociación de profesionales en Soria, considera que el diseño “está poco valorado” y que considera como “un oficio que se aprende” y no tanto un arte, aunque “es verdad que tienes que atesorar destrezas relacionadas con lo artístico, en cuanto a composición o uso de colores”. Para Pérez, se suele relacionar de forma equivocada el diseño con “algo decorativo o glamouroso” cuando “la realidad es que está en lo más cotidiano, desde la señalización de un parking, hasta las señales de tráfico, en un libro del colegio o en un libro”.
El creador sostiene que las empresas de Castilla y León son cada vez más conscientes de que el diseño supone una herramienta necesaria para promocionar sus productos. “Se han dado cuenta de que es importante la imagen, estar a la altura, de que el diseño no es presentar algo bonito sino comunicar bien para vender sea un producto o una idea”, afirma Pérez, que en una trayectoria profesional de 25 años “he visto ese cambio de mentalidad en empresas e instituciones y eso es muy positivo”.
Por su parte, el artista vallisoletano Miguel Díez entiende el diseño gráfico como una herramienta estratégica de comunicación empresarial, que aporta un valor diferencial e innovador para las empresas. Dedicado a la profesión desde el año 2000, aunque hace dos años apostó por abrir su propio estudio, Díez está especializado en imagen corporativa y en Segovia muestra 20 “logotipos” diseñados para todo tipo de empresas, desde restaurantes hasta empresas de ingenieria, clínicas dentales o empresas de agroalimentación. “Los diseñadores gráficos debemos ser camaleones, comunicar para todo el mundo”, apunta Díez, que “más que artista me considero un comunicador”. Ha trabajado tanto para empresas nacionales como extranjeras, caso de Reino Unido y Japón, y en esta exposición muestra, además de sus obras de identidad corporativa, sus trabajos en “sistema visual”; tomando como referencia su apellido –en número- con tilde. En su opinión, el éxito de un buen diseño para una empresa radica en su eficacia. “Es importante saber argumentar tu trabajo, si a un cliente le dices que has hecho algo porque te gusta, eso es indefendible, el diseñador debe argumentar el porqué lo ha hecho de esa manera y no de otra para que la comunicación de ese producto o idea sea eficaz”, afirma.
Por último, en “Diseño Gráfico en Castilla y León” también participa el leonés Pablo Guerrero, con una docena de proyectos de identidad visual realizados para empresas agroalimentarias de calidad, enfocadas todas ellas a la exportación de sus productos. Guerrero explica que su trabajo se centra en la creación de marcas y etiquetados para vinos y bodegas, como las de la comarca de El Bierzo, y para proyectos de agroalimentación, caso, por ejemplo, del envasado de nueces de una empresa de Villagarcia de Campos, un producto presente en la muestra.
“Nos encargamos, sobre todo, de la internacionalización de bodegas, que es dotar a los productos de personalidad y atributos para que puedan viajar y ser conocidos, trasladar los valores de un agricultor o viticultor para que alguien en Alemania o Estados Unidos pueda entender el producto que está consumiendo y su calidad”, afirma Guerrero.
Para realizar, por ejemplo, un buen diseño de una etiqueta de un vino, Guerrero, según asegura, participa en el proceso desde el principio. “Nos interesa entender la esencia de ese vino, sus valores, la visión que tienen sus productores y a dónde quieren llegar”, afirma el diseñador, que sostiene que “la aparente sencillez de un diseño encierra un proceso complejo, como es sintetizar las ideas y valores que te transmiten e intentar que se haga comprensible al resto”. En este sentido, el diseñador leonés pone como ejemplo el vino “Armas de Guerra”, lo que son los aperos de labranza. “Jamás pensamos que en Chicago fueran a entenderlo y de 3.000 proyectos de etiquetado de vino, obtuvimos el segundo premio Dieline Awards 2015 solo por detrás de una gran marca de champán francés”. La muestra recoge una veintena de botellas con etiquetas diseñadas por Guerrero. “En el caso del vino, siempre se busca que la etiqueta sea el primer elemento de placer de consumir el vino, que comunique ya sensaciones, que con la vista empieces ya a catar el vino”, asegura.
