El valle del Alberche se despierta hoy conmocionado e incrédulo después de la trágica jornada vivida ayer en buena parte de sus pueblos, cuyos vecinos se desayunaron con la terrible noticia del grave accidente de tráfico que había sufrido uno de los autobuses de pasajeros que comunican la comarca con la capital abulense. Como consecuencia del siniestro fallecieron nueve personas en el acto, otras 22 resultaron heridas de diversa consideración y tres quedaron ilesas, entre ellas el conductor del vehículo, si bien se encontraba en «estado de shock», apuntó el delegado del Gobierno en Castilla y León, Ramiro Ruiz Medrano.
Los nueve fallecidos –con edades comprendidas entre los 34 y los 79 años– procedían de Navatalgordo, Navaluenga, Villanueva de Ávila, Navalosa, San Juan de la Nava y Navarredondilla.
Apenas hacía quince minutos que el autobús regular que cubre la línea Serranillos-Ávila había partido de El Barraco –última de las ocho paradas– con destino hacia la capital abulense cuando, iniciado el descenso del puerto de La Paramera por la N-403, «se salió de la calzada» y chocó contra el talud de piedra que encajona ese tramo de carretera y, ya fuera de control, acabó arrastrándose sobre el ‘quitamiedos’, según los testimonios recogidos en el lugar de los hechos entre los testigos, que coincidían en el ‘efecto cuchilla’ que esa barrera metálica ejerció sobre el vehículo. De hecho, Ruiz Medrano admitió que «la mayoría de los nueve fallecidos iban en la parte derecha del autobús, que es la que ha resultado dañada», indicó.
Los hechos ocurrieron en el kilómetro 123 de la N-403, en el término municipal de Tornadizos de Ávila y fue a las 08:41 horas cuando el Servicio de Emergencias 112 recibió el primer aviso del accidente. Trece minutos después llegó el primer equipo sanitario al lugar del siniestro, donde ya se encontraban trabajando la Guardia Civil y los Bomberos de Ávila, cuyos miembros tuvieron que emplearse a fondo para sacar del vehículo siniestrado a los heridos que revestían mayor gravedad y, ya entrada la mañana, a los fallecidos cuyos cuerpos permanecían en el interior. «Algunos salieron despedidos, otros aplastados por el vehículo», señaló el delegado del Gobierno en Castilla y León. De hecho, según pudo saber esta Redacción, los efectivos del Cuerpo de Bomberos de Ávila que primero llegaron al lugar del accidente localizaron varios cuerpos desperdigados en un radio muy próximo a los 400 metros.
Ellos y los agentes de la Guardia Civil situaron en seguida a los heridos en la calzada, a pocos metros del autobús –que quedó colgando del ‘quitamiedos’ y tuvo que ser estabilizado por los Bomberos mediante cuerdas–. Allí fueron atendidos de forma progresiva en función de su gravedad por los equipos de emergencias sanitarias que se desplazaron hasta el lugar del siniestro, algunos de ellos médicos y enfermeras procedentes de los centros de salud de la propia comarca.
De los cuatro heridos cuyo pronóstico es muy grave, tres de ellos permanecen ingresados en el Complejo Asistencial de Salamanca –una niña de 6 años de edad fue traslada hasta allí en helicóptero desde el lugar de los hechos–, donde también permanecen otras dos personas de 17 y 91 años de edad. También está ingresado otro herido en situación muy grave –30 años– en el Hospital de Ávila, donde igualmente permanecen dos pacientes graves –de 63 y 25 años–, dos menos graves –de 29 y 70 años– y seis con heridas leves que al mediodía de ayer estaban en observación –de 16, 17, 30, 35, 59 y 68 años–.
El despliegue de medios fue de dimensiones similares a las de la propia tragedia: además de dos unidades móviles medicalizadas; dos helicópteros medicalizados –uno procedente de Salamanca y otro de Burgos–; dos ambulancias de soporte vital básico; cinco ambulancias colectivas y otras dos enviadas por Cruz Roja. También acudieron al lugar psicólogos de la Junta de Castilla y León para atender a heridos y familiares. Precisamente, el delegado del Gobierno en Castilla y León subrayó la «buena coordinación» que hubo entre los equipos de emergencias.
En el lugar de los hechos, apenas media hora después del accidente el aturdimiento de muchos de los heridos contrastaba con la diligencia del personal sanitario, que en los primeros momentos encontraron incluso la ayuda de los pasajeros del autobús siniestrado que se encontraban en mejores condiciones de salud. Algunos de ellos sujetaban los ‘goteros’ de suero de los heridos que estaban siendo estabilizados, mientras otros portaban un paraguas con el que protegían del sol a algunos de los que esperaban para ser atendidos por los equipos de emergencias.
