La Comunidad de Castilla y León aleja el riesgo de extinción del águila imperial, la única rapaz endémica de la Península Ibérica, tras pasar de las 16 parejas contabilizadas entre 1997 y 1999, a las 130 que actualmente surcan los cielos de la Comunidad.
La Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio ha vinculado esta situación a las medidas de conservación activas aplicadas en los últimos años, centradas en la corrección de tendidos eléctricos y en una gestión forestal “sostenible”.
Según el departamento de Juan Carlos Suárez-Quiñones, el incremento de más de un centenar de parejas, se ha producido tras la aprobación en 2003 de un Plan de Recuperación de esta especie que ha pasado en algo menos de dos décadas de 16 a 130 parejas.
Los primeros datos del tamaño de población se obtuvieron a principios de los años 80 del pasado siglo, realizándose desde entonces un seguimiento completo y anual en todos los territorios, de manera que en 1989 se censaron un total de 17 parejas, con una tasa de productividad “muy baja”. Esta circunstancia, junto a la muerte de varios ejemplares por electrocución, disparos e intoxicación, llevaron a la especie a un estado “crítico” entre 1997 y 1999, cuando se alcanzó una población mínima histórica de 16 parejas.
Ante esta situación, la Junta aprobó en 2003 el primer Plan de Recuperación del águila imperial, implementando distintas medidas de conservación, como la alimentación suplementaria en determinados territorios, la monitorización y corrección de la mortalidad provocada por la colisión y electrocución en tendidos eléctricos.
La Administración autonómica destaca la aplicación de prácticas de gestión forestal “sostenible” a través de instrumentos de “planificación y ordenación forestal” en los montes públicos y privados.
Según los resultados del Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León obtenidos para, el efecto de las diferentes medidas de gestión y conservación, junto con la recuperación en extensión y abundancia de las poblaciones de conejo silvestre en determinadas áreas de la cuenca del Duero, fue “paulatino”.
Así, en el año 2005 la población alcanzó los 29 territorios, en 2010 los 46 y en el año 2015 los 70 territorios, de manera que en 2019 se superó el centenar de parejas y en 2022 se contabilizaron un total de 130, aunque el máximo se produjo un año antes con 131.
Por provincias, las de mayor implantación son Ávila y Segovia, con 43 territorios cada una, seguidas de Valladolid, con 23.
