Señor director:
Ruego, si a bien lo tiene, publique esta carta abierta en respuesta a la rectificación que hace de mi trabajo «Ventorros y ventorrillos» doña María Gozalo Lázaro.
En primer lugar tengo que expresar mi más sincero agradecimiento ya que dado su conocimiento exhaustivo del tema por ser partícipe familiar puede completar y rectificar el error (que yo ponía en dudas) de que su querida madre doña Mónica no profesó de monja, por lo que me felicito ya que de la otra forma no me podría haber dado respuesta a esta duda que yo tenía.
Tenga presente que es un trabajo a vuela pluma y tuve que cercenar parte de lo escrito, ya que tenía mucha más información del tema que ante la duda no me atreví a publicar por ejemplo no citar el apellido Lázaro de su familia que conocía. De haber sabido la existencia y el paradero de usted la hubiera consultado y no se hubiera producido el lastimoso error, que soy el primero en lamentar.
Ahora bien como yo hablo de lo que creo que estoy seguro, quiero manifestar que conocí personalmente a Marcos Lázaro, primero estando en el ventorro de Villa Ángela y después en el quiosco de Larrucea que nosotros llamábamos familiarmente «el quiosco de Marcos», eso por una parte y por otra que una fiesta de mi cumpleaños la celebré en Villa Ángela acudiendo unas cuarenta personas que eran mis discípulos y sus allegados.
Su señora madre y un servidor siendo niños, asistimos juntos varios cursos a la escuela de don Juan Bonefoix en la plaza de Medina del Campo por lo que alguna relación de amistad infantil tendríamos, aunque su querida madre era tres años mayor que yo.
Aclaradas estas cuestiones, vuelvo a insistir en mi profunda gratitud por la respuesta que ha dado a mi humilde trabajo que completa con creces las carencias de que adolece.
Suyo afectísimo:
José Luis Salcedo Luengo
Observación: La confusión que yo tenía puede ser debida al segundo apellido de su abuelo Monjas, que yo oiría en alguna ocasión sin saber de donde procedían los tiros.
