Señor alcalde:
Quiero pensar que antes de comenzar a leer, si es que su secretaría personal no le hizo una ‘disección’ del escrito, seguro, de toda seguridad, que habrá pensado para su ‘adentros’, ‘otro palo que me van a dar’. Pues conocido es, digo yo, que detentar cargos electos de representación no es una ‘bicoca’ precisamente. Se camina, día sí, día también, sobre la cuerda floja del pretender llegar a todas partes y no conseguirlo y, además, las satisfacciones son mínimas. Sobre todo en instituciones que, como los ayuntamientos, tan cerca se tiene al ciudadano y los problemas llueven.
Pues se equivoca.… Sucedió que días pasados hube de acudir al edificio de nuestro Ayuntamiento. Concretamente al departamento de Gestión Tributaria. Documento de cita previa en mano. Me atienden a la hora fijada y me atienden bien. La funcionaria (lenguaje inclusivo) me recibe con una sonrisa y, tras una excelente comunicación e información, me despide con otra (sonrisa). Diez minutos. Le deseo (qué menos), una feliz mañana y que tenga un buen trabajo. No es normal encontrar tanta amabilidad y eficacia en la gestión. Por ello lo destaco y manifiesto. Con funcionarios así se nos quitaría el ‘miedo’ de acudir a realizar gestión administrativa.
Al respecto, me pregunto al salir de la ‘cosa’ ¿será así de ‘bonito’ todo departamento de la Administración en cada una de las gestiones –‘obligao’ te veas-, que el ciudadano realiza? No es mi deseo, señor alcalde, generalizar ni en pro ni en contra. Así que voy a salir por la ‘tangente’ y me quedo con que cada cual cuente la feria según le va en ella.
Sí quiero afirmar que las oficinas de atención al ciudadano las deberían conformar siempre los funcionarios, mejor preparados. Son, sin duda, la ‘cara’ del organismo. Por ello, cuando menos, debieran ser licenciados en empatía. Entendida fuere ‘como la capacidad de comprender las emociones y los sentimientos de los demás, basada en el reconocimiento del otro como similar’ ¡Casí na!.
Digresión: para los mayores gestionar la cita administrativa en cualquier Administración es como un fuerte dolor de cabeza. Un lastre que nos dejó el COVID y que, pese a las quejas de muchísimos ciudadanos, nadie quiere curar.
A los efectos del ‘caso’ que fui a resolver en nuestro Ayuntamiento y tan satisfecho salí, déjeme que le diga que la Directiva de la Unión Europea, que ha llevado, después de un parto de cuatro años, a la modificación de la Ordenanza Fiscal de la Tasa sobre Recogida, Transporte y Tratamiento de residuos –vulgo, tasa de basuras-, ha ‘proporcionado’ a los ayuntamientos un trabajo adicional importante, que recae sobre los funcionarios.
Son miles los propietarios de inmuebles que con anterioridad a la citada norma pagaban el referido impuesto de forma conjunta a través de las Comunidades de Vecinos, y ahora han de pedir cita para gestionar el pago de forma y manera individual. Y para que estén más contentos (los ciudadanos), les/nos han subido el ‘recibo/tasa’.
Todavía no lo he estudiado a ‘lo’ profundo, pero considero, así, a bote pronto, que nos va a costar más el collar que el galgo. No será la primera vez.
Como habrá podido observar a través de estas líneas no hay, hoy al menos, (¡je!), crítica alguna. Me satisface haber sido beneficiado, y poderlo describir, de una excelente gestión administrativa del servicio de Tributos del Ayuntamiento que preside. Lo tenía que contar.
Con mis mejores deseos, señor alcalde, para su día a día.
El ciudadano: José Mª Martín
