Queridos Reyes Magos. Antes de comenzar esta carta, me he sentado un momento, en silencio, a meditar; y me he dado cuenta de muchas cosas. Aquel día en que me dijeron los compañeros de clase que “los Reyes no existían” sentí en lo más profundo de mi corazón, la gran mentira de aquella afirmación. Pero, como todos mis amigos así lo creían y se afanaban en darme pruebas fehacientes de ello, poco a poco fui asumiendo este nuevo orden mundial en el que no teníais cabida. ¡Era imposible que todos se inventaran una mentira tan grande!, ¿qué sentido podría tener?
Con los años me he dado cuenta de que en mi corazón reside la razón y que debería haber seguido aquellos pálpitos míos que latían al ritmo de la verdad. A día de hoy estoy convencido de vuestra existencia. Ya decía el sabio Albert Einstein que, “existen dos tipos de personas, los que no creen en los milagros y los que creen que todo es un milagro”. Cada día que pasa me maravillo más con los pequeños detalles que componen la sinfonía de la magia de la vida.
También he sido consciente, en la meditación, de que siempre os he escrito para pedir cosas y nunca para agradecer vuestra compañía. Creo que hoy es el día propicio para romper esta rutina y rendir homenaje a vuestra enseñanza. Me habéis conectado con el cielo, enseñado a leer el lenguaje de las estrellas, guiado hacia espacios interiores desconocidos, secretos, inmensamente dichosos. En definitiva, me habéis regalado la llave que abre la puerta de la sala de ‘¿quién soy?’ y, no podemos olvidar, que todo proceso de iniciación comienza por ‘conocerse a sí mismo’.
Os voy a contar brevemente, queridos Reyes Magos, cómo andan las cosas por aquí. Aunque vosotros ya lo sabéis, me sirve de desahogo y justificación para lo que os quiero pedir este año.
Estoy muy preocupado y, como en otras ocasiones por estas fechas, os pido ayuda. Como sabéis, el devenir del mundo, desde su inicio, se ha caracterizado por la lucha permanente entre dos fuerzas, vamos a mal llamarlas, para entendernos, el bien y el mal. Los ‘malos’ son muy pocos, pero muy poderosos. Utilizan unas armas deleznables que atacan directamente la mente de las personas. Han creado una profunda brecha que ha logrado partir en dos al gran ejército de la población mundial. Desde una ficticia unidad global están creando la división, sembrando el desconcierto y el terror. Han encontrado la panacea creada por una tal Hiltler hace tan solo unas décadas, una mentira tan colosal, que nadie se atrevería a cuestionarla porque al hacerlo, distorsionaría la verdad de manera demasiado infame. Una invención igual que la que me contaron los compañeros de clase hace tantos y tantos años. Y es que, quien no sabe quién es, olvida la historia fácilmente. No hace mucho que las SS entraban en los clubs berlineses para detectar judíos. Es algo que, en esos tiempos que corren, nos parece aberrante. No nos sorprende, sin embargo, que policías antidisturbios, paren la música en las discotecas de Valencia para localizar a gente sin pasaporte.
En unos pocos años se han cargado esa sanidad pública de la que nos sentíamos tan orgullosos, por ser la más eficaz del planeta
La división de poderes es una auténtica falacia. Los partidos legislan, gobiernan y enjuician, en una alternancia cuatrienal en la que no cambia nada, salvo el hacernos creer que decidimos algo, con una ley electoral que otorga a determinadas minorías poderes mayoritarios. La mentira se he ha convertido en el nuevo idioma en el que se comunica con nosotros esta nueva casta política, chabacana e inculta. Sus comparecencias públicas, disfrazadas bajo la ficticia posibilidad de sometimiento a las preguntas de la prensa son un verdadero chiste. La última, de un tal Pedro Trolas, guiada por un moderador que dio la palabra exclusivamente a los medios afines, obviando al fallido empeño de intervención de los que pudieran ser disidentes, fue una nueva pantomima interpretada por el mismo fantoche. El despilfarro de lo que no es suyo, arañando por el camino favores, prebendas y euros, nos está llevando a la ruina. En unos pocos años se han cargado esa sanidad pública de la que nos sentíamos tan orgullosos, por ser la más eficaz del planeta. La enseñanza se imparte sin contacto, cargada de contenidos manipulados.
Nos han ido robando, poco a poco, nuestras raíces espirituales. Esas que nos unían con lo divino, lo mágico, lo milagroso. Nos han inoculado la semilla de lo material, el ensalzamiento de lo superfluo. Nos han hecho adictos a una red que solo ellos manejan desde la sombra.
La última, queridos Reyes Magos, es que nos quieren imponer, sin preguntarnos, ‘su’ nuevo orden mundial; una quimera construida sobre los cimientos de supuestos valores universales que solo sirven para justificar la reimplantación de la esclavitud, a costa de nuestra pérdida de derechos, libertades, y autonomía económica. Y todo ello lo hacen delante de nuestras narices, con la aquiescencia de los subyugados. Vosotros sabéis muy bien queridos Reyes Magos, que el orden mundial no se impone, sino que existe desde el inicio de los tiempos. Me refiero a ese orden que dirige el movimiento de los astros en el firmamento, las leyes naturales de la concordia, el entendimiento, la bondad, el buen hacer, la veracidad, la honestidad.
Os pido gotas de lluvia que hagan germinar la semilla dormida de la divinidad existente en el interior de todos los seres
Con este panorama, queridos Reyes Magos, he decidido este año no pediros nada para mí. Os pido gotas de lluvia que hagan germinar la semilla dormida de la divinidad existente en el interior de todos los seres, para que despierte, para que discierna, para que investigue, para que no crea.
Como todos los años, os dejo mis zapatos en la ventana, una copita de cava, unos dulces y mi inmenso agradecimiento por vuestra real existencia.
