La violencia machista no se puede resolver «de manera rápida, ni inmediata, sino que el fin de esta lacra requiere mucho tiempo; «es una carrera de fondo, se trata de educar a las nuevas generaciones y reeducar en la igualdad a las que no lo están». Así de rotunda se mostraba ayer la fiscal de Sala de Violencia sobre la Mujer Soledad Cazorla a la hora de reflexionar sobre el cómo y el porqué de este estigma social.
En esta última semana, dos mujeres han incrementado la lista de crímenes machistas, 56 en lo que va de año, una cifra que ya supera a todos los fallecimientos contabilizados en todo 2009, periodo en el que hubo 55 víctimas.
Para Cazorla, las cifras «siempre son escandalosas», aunque niega que haya aumentado el número de víctimas mortales con respecto a años anteriores, salvo en ese citado 2009. Según las estadísticas de la Delegación para la Violencia de Género, en lo que va de año ha habido menos víctimas que en el mismo período de 2008, en el que hubo 58, e idéntico numero que en 2003. En 2007, fueron 60, igual que en 2006; y en 2004, 59.
En opinión de la fiscal, lo «verdaderamente importante» es por qué las mujeres no denuncian su situación de maltrato; de hecho, solo 13 de las 56 víctimas habían presentado denuncia contra su agresor (un 23,2 por ciento).
La experta considera que hay mujeres que «no están preparadas para poner una denuncia», aunque sí que ponen en conocimiento de su entorno más próximo que son maltratadas, por lo que es necesario que ese círculo cercano a la víctima ponga en conocimiento de las autoridades esa situación. «Que sepan que la única manera para acabar con esa situación es acusar. Estamos para protegerlas», afirmó Cazorla.
La violencia de género, a su juicio, es un fenómeno que «nos ha atenazado durante años» y es «muy complejo», al que no se le puede ganar la batalla en poco tiempo.
«Más que hablar de fallos, hay que hablar de tiempo. No se puede resolver de forma rápida e inmediata, sobre todo cuando los mecanismos más efectivos son los que se refieren a la educación y a la prevención», señaló. En este sentido, añadió: «Hay que educar a las nuevas generaciones y reeducar a las que no están educadas en igualdad».
Cuestión de tiempo también es, a su parecer, que se incremente el número de GPS activos para agresores, los cuales son un recurso para las medidas cautelares, pero no para el cumplimiento de penas. «No se puede decir que hay tres mil GPS y que hay que ponerlos todos, sino que hay que ver cada caso concreto, valorando el riesgo», estimó Cazorla, quien dijo estar «absolutamente en contra» de cualquier modificación de la ley contra la violencia de género, porque «sería precipitado».
De la misma opinión es la presidenta de la Fundación Mujeres, Marisa Soleto, quien subrayó que las estadísticas de violencia de género se deben considerar «en marcos amplios» y no se pueden sacar conclusiones mes a mes.
Soleto, sin embargo, sí puntualizó que hay «algunos problemas» en la lucha contra este tipo de violencia, fundamentalmente en lo relativo a los sistemas de protección, aunque reconoció que en los últimos años «se han producido mejoras significativas».
Por su parte, la presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, Ángela Cerrillos, indicó que la educación «es importantísima». A su juicio, «hay problemas en todos los ámbitos» desde la indecisión de las mujeres a denunciar, al funcionamiento de los juzgados de violencia, hasta los mensajes que lanzan los medios de comunicación.
