En esta celebración podemos ver elementos festivos presentes en el Carnaval Europeo del S.XVI. En concreto, la Fiesta de la Vaquilla puede ya ser constatada en el S.XVII. Hasta la fecha no se han encontrado documentos con datos concretos de su origen exacto en el archivo del Ayuntamiento. Tampoco la prensa del Siglo XX ha recogido esta fiesta en sus publicaciones. Fue el sacerdote y poeta Don Eulogio Moreno Pascual, afincado en Arcones y colaborador de la Página Literaria quien publicase en los meses de febrero de la década de 1900 unas poesías en tono satírico que hizo titular “Carnavalinas”.
La Fiesta de la Vaquilla es muy común en el centro de España y concretamente en el periodo que va entre Navidad y Carnaval. Su misión, según Caro Baroja, “es correr de un lado a otro del pueblo, embistiendo a todo el que se pone delante, sin tener en cuenta edad, sexo ni categoría social”. Generosas comensalías y “beber la sangre de la Vaquilla” son otras características comunes.
La fiesta de la vaquilla y Carnaval, con dos personajes principales: las vaquillas y los tripudos, no es un festejo taurino real; consiste en el sacrificio simbólico de una vaquilla, construida con un armazón de madera tan amplio que da cobijo a un mozo o moza, y en cuya parte delantera se ponen los cuernos de un toro. Las vaquillas decoradas con sábanas, mantones de manila y flores de papel, eran antiguamente portadas por los quintos, pero su ausencia o escasez ha abierto el papel a las quintas u otros mozos o mozas.
Las vaquillas embisten a los tripudos, embutidos en enormes sacos de pita viejos que se rellenan de pajas que caen pesadamente y que necesitan ayuda del público para levantarse.
En cumplimiento del rito heredado, la costumbre dice que el acto concluye con dos disparos que simbolizan la muerte de las vaquillas y es entonces cuando el pueblo se reúne en el ayuntamiento a probar “la sangre de la vaquilla”, que ahora es limonada o chocolate caliente.
