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Carlos III: “Hay que expulsar a los jesuitas porque mandan mucho”

por José María Martín Sánchez
30 de diciembre de 2021
JOSE MARIA MARTIN DEPORTES
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¡Oye tú, no te acerques demasiado! (Recordando a Jorge Ilegal)

CARA Y CRUZ EN EL DEPORTE SEGOVIANO

Salvemos nuestro patrimonio en riesgo de ruina

Pues… siendo las siete horas del día primero de abril de 1767, soldados de artillería habían cercado el Colegio de los Jesuitas en la Ciudad (hoy plaza de Adolfo Suárez). La orden del Rey Carlos III, enviada al intendente de la ciudad, Francisco de Arce, ordenaba que a la una de la tarde todos los miembros de la Orden debían abandonar la ciudad. A tal efecto, minutos antes del adiós obligado de su casa habían escuchado las ‘notas del himno’ (1) de su expulsión. Desde ese momento quedaron vacías las 146 habitaciones de la Congregación.

¿Qué había sucedido? A los jesuitas se les acusaba de ser hostigadores de los ‘planes’ del gobierno. Eran, así se lo hicieron ver al Rey los que les atacaban, los propulsores de todos los males de la Nación, incluido el Motín de Esquilache (2).

Realizada la aclaración oportuna, regreso al inicio de lo escrito. Una vez obligados por la fuerza al abandono de su casa de Segovia, en coches de caballos fueron desplazados hasta La Fuencisla. Aquí, montaron a lomos de mulas, que el gobierno de la Ciudad a petición del Rey, había embargado cuantas existían en su territorio. En el grupo se encontraba el Padre Eximeno, al que el propio Rey había avalado su nombramiento como profesor de Matemáticas de los alumnos de la Academia de Artillería poco tiempo antes.

Al caer la noche iniciaron camino hasta Santa María de Nieva. Desde aquí partieron para Burgos, donde uniéndose a otros jesuitas de Castilla, llegaron a Santander. Allí les esperaban ‘barcos’ que trasladaron al Ferrol, donde se unieron con compañeros. Era su primera expulsión en España. Aún tendrían que sufrir dos más.

En España solo habían quedado los procuradores de las diferentes Casas de la Compañía, con la misión de cotejar los inventarios con los agentes reales. Cuando se acabo su labor corrieron la misma suerte que sus compañeros.

El reparto

Habían pasado cinco años desde lo narrado y llegó el momento del ‘reparto’ de bienes. Ejemplo: los retablos de la iglesia. Estos fueron trasladados a los siguientes lugares:

— El de San Luis Gonzaga a la parroquia de la Trinidad.

— El de las reliquias se situó en la capilla de Jesús Nazareno; el de los Compañeros de Cristo Crucificado lo pusieron en una capilla que no servía para nada más que para meter trastos viejos. Ambos en la Catedral.

— El retablo, aún sin dorar, de San Francisco de Borja, a San Miguel.

— El de San José se ‘desplazó’ a la iglesia de Valdeprados.

— A Valle de Tabladillo fue el de María Santísima de los Remedios, y a Castrojimeno el de la Congregación.

— A San Andrés se adjudicaron la colgadura de la capilla de S. Luis Gonzaga, así como una de las arañas de cristal y los ciriales de plata.

— Las parroquias de San Miguel y Santiago, en Turégano recibieron cálices, bolsas de corporales y frontales.

— A San Clemente, trasladado pieza a pieza por feligreses, llegó el retablo de San Estanislao.

La cera se la repartieron, Observantes, Capuchinos, Gabrielistas y Carmelitas calzados.

Las 42.000 ovejas merinas que poseía la Congregación fueron vendidas en subasta. El dinero de cuantas posesiones tenían, pasó a engrosar ‘la masa’ de la que se abonaban las pensiones de los expulsados: 100 pesos/año de por vida, para sacerdotes y 90 los legos, pagaderos cada seis meses. Lo abonaba el Banco del Giro, que se hacía cargo de las obligaciones españolas en el extranjero.



(1) Artículo IX de la Pragmática Sanción.
(2) Revuelta de carácter social con reivindicaciones políticas. Se inició en Madrid en 23 de marzo de 1766. La movilización del pueblo en fue tan grande que llegó a considerarse amenazada la seguridad del rey. ¿Motivos de la revuelta? El precio de los alimentos subía de forma imparable y la sequía duraba ya seis largos años. Pésimas políticas de mercado habían llevado a que productos como el pan, el tocino o el aceite de oliva fueran prohibitivos para la población. El pueblo de Madrid grita y pide al Rey que aparte del ministerio de Hacienda al Marqués de Esquilache. Los enemigos de los jesuitas se encargan de hacer ‘ver’ al Rey que ellos son los causantes de lo que está sucediendo. Todo ello lo reunió el Rey en una frase: “Hay que expulsar a los jesuitas porque mandan mucho”.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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