El primer ministro de Reino Unido, David Cameron, defendió ayer ante la Cámara de los Comunes el borrador planteado por el presidente del Consejo de Europa, Donald Tusk, ya que sin ser “perfecto” supone un “verdadero progreso” en relación a las peticiones de Londres.
Cameron insistió en que el texto que Tusk puso sobre la mesa permitiría a Reino Unido recuperar competencias en algunas áreas clave. “No estoy diciendo que sea perfecto o que la UE vaya a ser perfecta, por supuesto que no, pero la posición británica será mejor y más fuerte”, alegó.
Cameron explicó que se trata del mayor cambio planteado hasta ahora en materia de libertad de movimientos y vaticinó unas “intensas” conversaciones de cara a intentar cerrar un acuerdo para la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de este mes.
El ‘premier’ se ha topado no sólo con las críticas de parte de la oposición, sino también de algunos compañeros como el alcalde de Londres, Boris Johnson, que cuestionó el margen de maniobra que tenía el país.
En este sentido, Boris Johnson apuntó que queda “mucho por hacer” y advirtió de que sería mejor que Reino Unido pudiese bloquear las propuestas europeas por su cuenta, sin depender de otros Estados miembro.
El Gobierno dará libertad de voto a sus miembros, así como a los diputados ‘tories’, para decidir si quieren defender o no la continuidad en la Unión Europea. Cameron, sin embargo, ya adelantó que él es partidario de seguir en un bloque “reformado”.
El objetivo de Cameron es pactar una reforma antes de convocar un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Aunque no existe ninguna fecha cerrada de momento, el primer ministro sugirió que la consulta podría celebrarse en los próximos meses.
Los ministros principales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte escribieron a Cameron para pedirle que no fije para junio el referéndum, ya que la campaña coincidiría con las elecciones en estos territorios y añadirían “confusión” en “un momento donde hace falta claridad”.
Por su parte, el presidente de Francia, François Hollande, subrayó que ningún país ajeno a la moneda única puede tener un derecho de “veto” sobre las decisiones adoptadas en el seno de la eurozona, en alusión a las exigencias británicas para permanecer en la Unión Europea.
El Gobierno galo ya adelantó recientemente la oposición francesa a que otros países modificasen los tratados.
