Estas últimas semanas he tenido que estar más días de lo habitual yendo y viniendo a Madrid con motivo de los PGE 2023. Ayer, bajando en el BUS desde la estación del AVE, observé que se estaban poniendo luces decorativas en las calles y pensé, ¿están poniendo luces para la Fiesta de San Frutos? Con eso de que estamos en precampaña electoral lo mismo el gobierno municipal nos ha querido sorprender homenajeando al Santo. Pero no, eran las luces de Navidad. Y la verdad es que me ha sorprendido profundamente, porque en Segovia las luces de Navidad en los últimos años se han puesto tardísimo, incluso algún año se ha tenido que retrasar el encendido oficial porque aún no estaban colocadas. Eso sí, las luces, aunque apagadas, han permanecido puestas en las calles hasta finales de enero. En otras ciudades las encendían a finales de noviembre o por la Inmaculada como tarde, pero en Segovia siempre íbamos retrasados y además, con unos retales de luces que daban pena y que más que parecer Navidad, parecía la feria de abril de Sevilla. Eso es lo que pasa cuando se contrata mal y a destiempo la iluminación navideña. ¿Qué ha pasado este año para que las pongan casi dos meses antes de lo habitual y además paradójicamente en un año de crisis energética y del coste de la tarifa de la luz? ¿Las encenderán antes?, no lo sé, pero en esta Segovia que nos toca vivir es como dice el refrán, calvo o con siete pelucas.
En cuanto al famoso Midcat, tubería que conectaría España con Francia y Europa para transportar gas y ahora hidrógeno, y que el PSOE se había opuesto sistemáticamente y que desde hace unos meses Sánchez se había convertido en su adalid, ahora resulta que ha tenido que aceptar la postura de Francia para cambiar su recorrido y esta vez desde Barcelona a Marsella y sin despeinarse ha venido a decir que es la mejor solución, sin saberse quién lo va a pagar, por dónde va a discurrir ni cuánto tiempo se va a tardar en hacerlo. Desde luego tenemos un Presidente que canta gol tanto en la portería contraria, como en propia puerta, tan pronto dice una cosa como su contraria, pero eso sí, sin decir la verdad para no reconocer que ha tenido que doblegarse ante un proyecto que ni el mismo creía.
Y por último, es tan duro pensar qué oscuros intereses pueda haber detrás del cambio de posición sobre la postura de España respecto al Sáhara, sin ser consultado ni el Congreso, ni el principal partido de la oposición como es el PP, ni los robos de la información de su teléfono móvil, ni los continuos chantajes migratorios de Marruecos a España, que como decía, si alguna vez se llega a saber qué hay detrás de todo esto, posiblemente sea uno de los mayores escándalos de nuestra historia nacional.
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(*) Diputado Nacional del PP por Segovia.
