El virus no tuvo que volver, ya que nunca se fue de las calles de la provincia de Segovia. Esta dura realidad se ha plasmado en forma de nuevo confinamiento en las localidades de Carrascal del Río y de Cantalejo.
Estos dos municipios se han llevado la peor parte de la nueva ola de contagios que desde hace dos semanas se está registrando en la provincia, y es que es una realidad ya no solo que nunca se fuera, sino que los incrementos diarios de positivos eran un hecho y que ahora se debe volver a poner freno a una situación que falsamente se creyó controlada tras el descenso de las cifras de junio y julio.
Poco dura la alegría en la casa del pobre, reza el dicho. Lo que hace dos meses era alivio y alegría por poder salir a disfrutar del verano tras un amargo confinamiento y poder reencontrarse con amigos y familia, hoy se vuelve frustración y miedo ante una ‘nueva normalidad’ cuya agenda marca el coronavirus de una forma tiránica.
Cantalejo y Carrascal del Río cumplen muchos de los preceptos de otras localidades segovianas en verano: doblan o triplican su población durante el periodo estival, sus calles se llenan de vida y la actividad bulle entre festejos, vacaciones y ocio. Por desgracia, en esta ocasión la situación será diferente y estas localidades cuentan con una apariencia en sus calles más cercana al ambiente que se aprecia durante el duro invierno castellano.
De esta forma, vecinos de las dos localidades han indicado que “la gente ha salido huyendo” tras anunciarse la noticia, algo que va a afectar de forma clara a los comercios y a la vida diaria de las poblaciones. Aclaran que el efecto es doble, ya que están las personas que han decidido abandonar los municipios ante la incertidumbre de no saber si después de hacerse efectivo el confinamiento podrían volver a sus lugares de origen y los que directamente han decidido no venir por miedo al contagio.
Todavía más impacto causa al recordar que esta estampa está sucediendo en un fin de semana de agosto, que tendría que ser uno de los periodos de mayor afluencia de gente por sus calles, de personas sentadas en las terrazas de sus bares y de compradores recorriendo la población para adquirir los productos que necesitan. Recordar también, que sin coronavirus de por medio, la población briquera hubiera celebrado sus fiestas, una de las más famosas y concurridas de la provincia, durante la segunda quincena del presente mes.
Dentro de la población, el sentimiento reinante es el de resignación y enfado. En el primer caso por tener que afrontar esta situación cuando las consecuencias de la pandemia se veían como algo del pasado y en el segundo por tener sobre sus hombros un foco de atención constante al ser las primeras poblaciones de la provincia en afrontar este retroceso a la fase dos (que en cuanto a medidas y restricciones es donde la Junta ha hecho retornar a estas dos localidades).
El coronavirus vino para cambiar la vida de todos, pero esta tregua de dos meses, junio y julio, hizo que el nivel de alerta general bajase. Poca o ninguna responsabilidad tienen los ciudadanos de esas dos localidades, ya que sus actos no fueron diferentes a los realizados por los vecinos de otras poblaciones de la provincia. Precisamente, esta consideración hace aumentar la indignación entre los habitantes, ya que se sienten señalados a la vez que piensan que esta atención informativa va a perjudicar el buen nombre de sus poblaciones y la reputación de los residentes.
Sobre esta percepción, un vecino de Cantalejo aclara que esta situación “ha sido muy agrandada por los medios”, ya que los habitantes saben de buena lid quienes son los afectados y no considera que la pandemia esté tan extendida como se ha querido hacer creer. También achaca a este clima de incertidumbre la falta de transparencia desde las administraciones que “no han facilitado la información suficiente” a la ciudadanía.
“Ojalá den marcha atrás a esto”, comentaba, sin ocultar cierto enfado por el desarrollo de los acontecimientos. “Hemos pagado el pato de ser la población más grande”, defiende, volviendo a repasar los casos detectados dentro del municipio y reivindicando que no alcanzan un número tan elevado.
La incertidumbre ante lo que queda por venir también es visible. Muchos vecinos se muestran convencidos de que a medida que pasen las horas los efectos del aislamiento van a ser más evidentes y restrictivos. “Mañana no pasa ni Dios”, comentaba otro vecino de la localidad briquera mientras miraba como los vehículos accedían a la localidad tras esperar la cola que se producía como consecuencia de los controles que la Guardia Civil establecía en las principales entradas y salidas al municipio.
“Hay preocupación e incertidumbre”, aceptaba, a la vez que mostraba cierta resignación, y aclaraba que, si bien la situación no es buena, tanto las autoridades como los medios de comunicación “no deberían alimentar el miedo” y tan solo concienciar sobre la necesidad de “cumplir con las normas de seguridad”.
Por su parte, en Carrascal del Río su alcaldesa, Henar de Pablo admite que existe “preocupación” por la presencia del virus e indica que hubiera preferido una extensión del confinamiento de siete días en vez de 15.
“Hemos hecho los deberes”, aclara tras asegurar que el municipio lleva ya nueve días en confinamiento voluntario tras el auge de los casos, una acertada medida que decreto el Ayuntamiento de la localidad y que tras ser secundada por los vecinos de seguro ha evitado nuevos contagios a sumar a sus tres brotes activos. La alcaldesa espera que tras estas medidas la situación mejore y se pueda alcanzar la normalidad cuanto antes.
Lo cierto es que Cantalejo y Carrascal del Río no son las únicas poblaciones que han tenido que endurecer las medidas de seguridad para asegurar la paralización en el aumento de casos y evitar una transmisión comunitaria descontrolada. Hace apenas unas horas, terminó su confinamiento Aranda de Duero y hace algunas jornadas Íscar y Pedrajas de San Esteban, que tras quince días de confinamiento volvieron a recuperar su estatus dentro de la ‘nueva normalidad’. Nada es para siempre.
Si la preocupación entre los vecinos es palpable, la de los comerciantes es todavía más notable. De esta forma, tanto en Carrascal del Río como en Cantalejo, este sector expresó su “inquietud” ante esta situación y alertan que tan solo están vendiendo “cerca de un 10%” de lo que en un fin de semana de agosto hubiera sido normal.
“Se ha disminuido las ventas a lo bestia”, aclara un pequeño comerciante de Cantalejo, que además aclara que esto va a terminar de “dar la puntilla” a un sector que ya había recibido mucho castigo con el último confinamiento. Reclama a los vecinos no dejarse llevar por el miedo, ya que “la gente puede venir a comprar con normalidad”.
Otro comerciante de la localidad manifiesta su preocupación por las consecuencias de este nuevo confinamiento e indica que su “temor es más económico que de contagio”, ya que el que “no se muera de coronavirus, se va a morir del asco”, lamenta.
Medidas para dentro de las poblaciones
Movilidad. Se restringe la libre entrada y salida de personas de los municipios salvo los de asistencia a centros, servicios y establecimientos sanitarios; cumplimiento de obligaciones laborales, profesionales o empresariales; retorno al lugar de residencia habitual; asistencia y cuidado a mayores, menores, dependientes, personas con discapacidad o personas especialmente vulnerables; por causa de fuerza mayor o situación de necesidad; y cualquier otra actividad de análoga naturaleza.
Tránsito. La circulación por carretera y viales que transcurran o atraviesen el territorio de dichos municipios estará permitida, siempre y cuando tengan origen y destino fuera de los mismos.
Desplazamientos de la población. Se permite la circulación de personas residentes dentro de los municipios afectados, si bien se desaconseja los desplazamientos y realización de actividades no imprescindibles.
Residencias. Se suspenden las visitas en los centros residenciales de personas mayores que pudieran ubicarse en esos municipios. Asimismo, se suspenden las salidas de los residentes al exterior.
Reuniones. La participación en cualquier agrupación o reunión de carácter privado o no regulado en dichos municipios se limitará a un número máximo de diez personas, tenga lugar tanto en espacios públicos como privados, excepto en el caso de personas convivientes.
Sanciones. Todos los ciudadanos han de colaborar activamente en el cumplimiento de estos preceptos, de manera que su incumplimiento individualizado podrá constituir infracción administrativa sancionable según establece el Decreto-ley 7/2020, por el que se establece el régimen sancionador específico por el incumplimiento de las medidas de prevención y contención para afrontar la crisis sanitaria por la pandemia de la Covid-19 en Castilla y León.
