Los estudiantes segovianos que este mes de junio buscan su acceso a la universidad en las pruebas de selectividad se han encontrado en la primera puerta de entrada al mundo académico con los escritores Antonio Buero Vallejo, fiel a esta cita, y Gaspar Melchor de Jovellanos. La mayoría de los bachilleres han elegido al escritor, jurista y político ilustrado para comenzar la selectividad y dedicar la prueba de literatura al ensayo del siglo XVIII. A partir de ahí todo ha sido más llevadero.
La convocatoria de junio de las pruebas de acceso a la universidad comenzó ayer sin incidentes en los dos tribunales de examen ubicados en el instituto Andrés Laguna. No hubo ninguna ausencia y los 515 alumnos inscritos para hacer la prueba general, que era la que ayer estaba programada, se presentaron en sus sedes, 250 en el tribunal número 1, presidido por Santiago Hidalgo, y 265 en el número 2, presidido por María Ángeles Sastre. En este segundo tribunal se examinaron dos alumnas con discapacidad visual que solicitaron media hora más de tiempo para completar el primer ejercicio y así fue concedido por los responsables del tribunal.
La matrícula global de estudiantes que durante los días 13, 14 y 15 de este mes de junio harán las pruebas llega a 596, de los que 569 son de Bachillerato y 27 de ciclos formativos. Hoy comienzan los ejercicios de la fase específica, que es voluntaria y permite al alumno subir nota.
Convocatoria tras convocatoria queda demostrado que la primera mañana de exámenes tiene un valor decisivo y este año no ha sido la excepción. Los nervios y la tensión acumulada durante muchas horas de estudio, unidos al miedo escénico dominan a muchos jóvenes y pueden llegar a jugarles una mala pasada. Por eso, los vocales de los institutos, que acompañan a sus alumnos durante todas las jornadas, aprovechan hasta el último minuto para dar buenos consejos y trasmitir tranquilidad a los preuniversitarios.
Los integrantes de los tribunales de la Universidad de Valladolid también se ocupan de recordar persistentemente las normas de las pruebas para evitar despistes con consecuencias crueles. Para empezar, nada más entrar en el aula todas las mochilas deben ser colocadas en un lateral de la sala, alejadas de los aspirantes a entrar en la universidad. Los teléfonos móviles deben estar apagados. No se pueden utilizar bolígrafos de colores, ni se puede firmar ni poner señales de identificación en ninguna hoja de examen. Es conveniente evitar tachones, cuidar la presentación de las respuestas y procurar una exposición ordenada de los contenidos. Estas son algunas de las recomendaciones que ayer se pudieron escuchar en las aulas del instituto Andrés Laguna que, mientras se espera la apertura del campus María Zambrano, sigue siendo la sede de la selectividad en Segovia.
Una vez pasado el examen de Lengua y Literatura, la mayoría de los bachilleres empezaron a respirar más tranquilos. Por los pasillos del instituto se repetían frases como “me ha salido bien”, “no es tan difícil como pensaba” o “la selectividad se puede superar”.
Pero también hubo alguna que otra queja. El tiempo disponible para esta primera prueba de Análisis de texto y discurso literario resultó insuficiente para algunos estudiantes. Tal y como recordaban ayer los vocales de los institutos, hasta hace tres años la programación dedicaba dos horas a este ejercicio que ahora debe resolverse en hora y media.
Las tasas de examen también fueron cuestionadas. La diferencia de pago puede oscilar entre 1,50 euros que abona un integrante de familia numerosa especial (el precio corresponde al sobre de matrícula, ya que la inscripción es gratuita) y 173 euros que pagará un candidato a subir nota con cuatro asignaturas específicas. La tasa de matrícula de la prueba general vale 86,78 euros y la de cada una de las materias específicas 21, 69 euros. Para familias numerosas hay una reducción del 50 por ciento.