Y al fin llegó el plato fuerte del juicio por el caso Bretón. El presunto parricida insistió ayer ante el jurado que no ha matado a sus hijos, Ruth y José, asegurando que los quiere «con locura» y que «ahora mismo» él no tiene vida, al tiempo que lamentó que no haya podido hacer «nada nunca» por buscar a sus retoños por estar en prisión desde el 21 de octubre de 2011, aunque, «si estuviera en libertad, haría lo posible».
La declaración se prologó durante cuatro horas en la Audiencia Provincial y con un solo receso. El acusado se dirigió en numerosas ocasiones a los miembros del jurado, motivo por el que el magistrado presidente del tribunal, Pedro Vela, le tuvo que interrumpir y pedirle que no siguiera como si fuera un abogado explicando hechos. Las palabras más repetidas por el encausado fueron «completamente falso» en cada una de las preguntas que le hacían.
En un momento, hizo un amago de empezar a llorar, pero en unos segundos, con gesto tranquilo y serio y mirando directamente a los miembros del jurado, Bretón les aseguró que sus retoños no le temen, sino que los quiere «con locura» y tenerlos era la «mayor alegría» de su vida.
Al respecto, Bretón, en todo momento firme y respondiendo a todo, dice que es «un padre bueno que quiere a sus niños», a los que intenta «inculcarle unos valores que nunca» le han recriminado, según declaró, para añadir que «nunca» ha recibido «un reproche» de cómo los cuidaba. «Me ha tocado la labor de padre y la voy a defender siempre», subrayó.
Además, señaló que «es completamente falso» que le suministrara a sus hijos, para supuestamente matarlos, las pastillas que le recetó un médico y que las tiró a la basura, aunque en la fase de instrucción dijo lo contrario, precisándolo la fiscal al juez, que tomó nota.
No fue esa la única laguna en su declaración. Tras negar que cogiera el coche de su hermana para ir a la finca, los datos que aportó sobre sus citas con ella no concordaban con sus primeras versiones. Así se lo recordó el Ministerio Público, añadiendo que las llamadas fueron localizadas por repetidores.
Además, comentó que estuvo en casa de sus padres antes de ir a la finca «no más de 15 ó 20 minutos», pero, según las cámaras, estuvo cuatro minutos, recordó la letrada, al tiempo que Bretón explicó que los niños se quedaron dormidos en el coche. La frialdad y el autocontrol fueron la respuesta del presunto asesino que, al parecer, estuvo leyendo durante los meses que lleva en la cárcel manuales de autoayuda.
Durante su estancia en la parcela, comentó que estuvo quemando bolsas con objetos de una limpieza y cree que quemó apuntes de su exmujer. En cuanto a los restos, precisó que en la misma hoguera ya se habían quemado en otras ocasiones «cabezas de carnero», pero que el 8 de octubre no quemó ningún animal, defendió, para indicar que no cree que el fuego estuviera encendido más de 15 minutos.
Turno de la madre.- La acusación particular espera que Ruth Ortiz declare hoy, aunque se encuentra «fatal» y necesita que «todo termine cuanto antes», según comentó ayer su abogada, María del Reposo Carrero. Parece que usará una mampara que la oculte.
Sobre el testimonio del presunto parricida, manifestó que «no ha aportado nada, como esperábamos», si bien apuntó que «no solo se contradice», sino que «ha comentado cosas nuevas», como el hecho de que haya dicho que había una segunda hoguera aparte de la suya en otra finca. «Estaba tan bien aleccionado que incluso cosas del pasado las habló en presente», sentenció.
