La aún corta Historia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) comenzó oficialmente en 1986 en El Vaticano, aunque la idea de reunir a chavales católicos de todo el mundo en torno al Pontífice surgió un par de años antes, cuando más de 300.000 muchachos llegados de cientos de países se concentraron en la Plaza de San Pedro el domingo de Ramos en respuesta a la llamada de Juan Pablo II. El Papa de los jóvenes, como fue llamado tras el éxito de sus convocatorias, en un gesto de gratitud hacia sus feligreses de menor edad, decidió obsequiar a aquellos peregrinos con una cruz de madera que simbolizaba «el amor del Señor Jesús por la Humanidad».
El enorme crucifijo, que se convirtió entonces en el emblema de los jóvenes católicos que durante 27 ediciones han recorrido el mundo para dar testimonio de su fe, llegó hace apenas unos días a Brasil, donde el próximo día 23 arrancará oficialmente la JMJ.
Antes de que el martes a las 18,00 horas (hora local) el arzobispo de Río de Janiero, Orani João Tempesta, presida la Misa de bienvenida a los participantes en la playa de Copacabana, los jóvenes habrán podido disfrutar ya de alguna de las más de 600 actividades gratuitas preparadas por la organización y que se celebrarán desde el lunes hasta el domingo 28. Talleres, conciertos, exposiciones, ciclos de cine, exhibiciones de danza y multitud de ocupaciones que tendrán como telón de fondo el lema elegido para esta Jornada: «Id y haced discípulos a todos los pueblos».
Esta edición número 28 de la JMJ tendrá, además, un aliciente más para los peregrinos, puesto que será la primera presidida por el Papa Francisco. Aunque fue Benedicto XVI quien emplazó a los jóvenes a volver a verse en Brasil, después de cerrar una multitudinaria Eucaristía de despedida en Madrid en 2011, será el Pontífice argentino quien compartirá con los chavales el encuentro mundial. Este cambio, tal y como confirmó la pasada semana el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Padre Federico Lombardi, ha provocado que la agenda del Santo Padre se intensifique, con eventos adicionales como por ejemplo, la peregrinación al santuario de Aparecida, la visita a la favela de Varginha (Manguinhos) o al hospital de San Francisco de Asís de la Providencia. Sin embargo, los jóvenes esperan al Papa especialmente para los actos centrales de la JMJ, que, como en ocasiones anteriores, serán la bienvenida al Pontífice, el Vía Crucis, la vigilia nocturna y la Misa de clausura.
Los organizadores de la Jornada de Brasil confían en que, a pesar de la fuerte crisis económica que está golpeando a los países europeos, habrá una importante representación del Viejo Continente. Entre los países que tienen delegaciones más numerosas destacan Italia (se espera 7.000 participantes), Francia (unos 5.000) y España, donde ya hay 3.000 inscritos, según los datos de la Conferencia Episcopal Española. En total, se calcula que alrededor de dos millones de jóvenes podrían darse cita en el país carioca.
