El catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid y autor de numerosos estudios sobre teoría e historia del arte, Valeriano Bozal, señaló ayer a Paul Cézanne como un artista clave para entender la valoración que a partir del siglo XX empezó a alcanzar el dibujo como un género propio y fundamental, y de forma paralela que consiguió que el papel dejara de ser un mero soporte para convertirse en un elemento más de la imagen pictórica.
“A partir de Cézanne el dibujo deja de ser solo boceto, una preparación para otras cosas, y cobra valor como una obra autónoma, con características específicas que se basan en la condición del soporte”, explicó ayer en Segovia Valeriano Bozal poco antes de intervenir en el ciclo de conferencias “El papel del dibujo” que organiza el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente como actividad paralela a la exposición temporal ‘Nueva York. El papel de las últimas vanguardias’.
De hecho en su conferencia, titulada “Pintar y dibujar en la primera mitad del siglo XX”, el historiador del Arte estableció una conexión entre el centenar de piezas de la colección de Wynn Kramarsky, que pueden verse en las salas del museo segoviano, y los dibujos que entre finales del siglo XIX y bien pasada la primera la mitad del siglo XX se han realizado. Su intervención partió desde los paisajes de Cézanne porque Bozal sostiene que estas obras fueron puntos de partida para el dibujo contemporáneo ya que a través de métodos, como dejar sin dibujar partes del papel, logró que este soporte entrara a formar parte de la imagen, “introduciendo luz que tiene un valor expresivo, representacional o mimético”, aseguró el catedrático de Historia del Arte para manifestar que “yo creo que él fue el primero que lo hizo de modo sistemático”.
