Si Nicomedes García levantara la cabeza… comprobaría que la naviera que tuvo a mediados del siglo pasado cuenta ahora con sucesores. Se trata de Moggaro Aluminium, empresa que se implantó en el año 2004 en el polígono creado por el conocido empresario valverdano.
Esta semana se ha terminado una nueva embarcación, un pequeño bote al que se ha sometido a pruebas de flotación e impermeabilización en la piscina municipal de Valverde. Una vez comprobado su perfecto diseño, fabricación y estanqueidad, la pequeña lancha , de tres metros de eslora, ha sido trasladada a su punto de destino, un Ayuntamiento turolense.
Pero no es la primera embarcación que sale con destino a la costa desde esta zona de cultivos de secano. El responsable de la empresa naviera segoviana, Santiago Parga, recuerda que hace pocos días han acabado otros dos barcos de 14 metros de eslora con destino a las islas Azores, y a Barcelona irá otro la próxima semana.
Desde que la empresa optó por amarrarse a la provincia de Segovia para construir embarcaciones, no han parado de botar creaciones profesionales y de recreo. De sus instalaciones han soltado amarras 70 barcos, la mayoría (22 unidades) de 8,5 metros de eslora; pero también han creado otros tres de cuatro metros; y fabrican hasta 18 homologaciones diferentes.
Sus destinos y usos también son de los más variados. Desde los turísticos hasta para la pesca. De hecho, uno de los construidos este año es un atunero.
Aunque la empresa pensó que este año iba a tener problemas a causa de la crisis, acabará con un nivel de producción similar al del año pasado, con seis embarcaciones producidas y vendidas; y eso que se trata de una empresa que sólo cuenta con cinco empleados.
El astillero Moggaro utiliza el aluminio como materia prima de su actividad. Está especializado en el diseño y fabricación de barcos para submarinismo, barcos de pasaje, trabajos portuarios y otros usos profesionales.
Con la recesión económica, el aluminio se ha impuesto a la fibra, no sólo por permitir diseños más aerodinámicos, sino por su más fácil reparación y por comportar menor consumo de combustible ya que pesa menos; algo que aún resulta más difícil para flotar en aguas no saladas, por eso una prueba de fuego es una piscina.
