Poco más de un mes y medio ha estado ingresado el etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga en el Hospital Donostia de San Sebastián, hasta donde fue trasladado el pasado 1 de agosto desde la cárcel de León para ser tratado del cáncer con metástasis que padece. Ayer, el preso, condenado por el secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, recibió el alta médica y regresó a su casa, en Mondragón, donde terminará de cumplir su pena, después de que el Ministerio del Interior accediese a darle el tercer grado por motivos de saludo y, posteriormente, la Audiencia Nacional (AN) le concediese, el 19 de septiembre, la libertad condicional.
Bolinaga, que pesa 48 kilos, abandonó por su propio pie el centro sanitario. Vestido de negro y con la cabeza cubierta por una txapela, estuvo acompañado por sus familiares y a la salida del inmueble se encontraba un grupo de simpatizantes del colectivo Herrira.
Desde el hospital fue trasladado a la prisión de Martutene (Guipúzcoa). Hasta allí se desplazó, en coche, y no en ambulancia, como se esperaba, únicamente para que en las dependencias de los servicios sociales de la cárcel se le notificara de manera oficial las reglas de conducta que estableció el auto de libertad condicional dictado por el juez de Vigilancia de la AN, José Luis Castro.
En ese escrito se le impone al preso la prohibición de acercarse a las víctimas del terrorismo y participar en manifestaciones de enaltecimiento y legitimación de la violencia. También se le veta ausentarse de la localidad en la que fije su domicilio sin contar con autorización judicial.
Según fuentes del Donostia, el centro médico le ha concedido el alta debido a la irreversibilidad de su situación. Esos mismos informantes detallaron que el etarra se encuentra «en estado delicado, muy débil» a causa de la enfermedad y del tratamiento que recibe.
La salida del etarra fue duramente criticada por la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Ángeles Pedraza, quien aseveró que la decisión, justo dos días después de las elecciones vascas celebradas el pasado domingo, ha sido «premeditada» y se mostró esperanzada de que sea trasladado a su domicilio «porque de verdad se vaya a morir próximamente», porque, según defendió, si Bolinaga no está en fase terminal, podría haber recibido en la cárcel el mismo tratamiento que va a seguir ahora en su domicilio. «Parece que estaban esperando que ganara Bildu para mandarle a casa», censuró.
También los dos principales sindicatos policiales, el SUP y la CEP, reaccionaron al alta reiterando su oposición a la decisión del Gobierno de concederle en su día el tercer grado por motivos de salud, al tiempo que instaron al Ejecutivo de Mariano Rajoy a que trate por igual a todos los presos de España y no solo a los terroristas.
«Este asunto es un error del Gobierno y de las instituciones. No le deseamos la muerte a nadie, pero ojalá que Bolinaga, en un mes, no siga vivo con su familia, porque alguna gente a la que ayudó a matar no ha podido disfrutar de los suyos ni unos minutos», sentenciaron.
