El expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa no solo es el primer gran banquero español que entra en la cárcel en 20 años. Es el primero al que un juez manda a prisión en el país tras el estallido de la crisis económica y financiera.
Aunque solo pasara una noche entre rejas, su encarcelamiento se ha convertido en un símbolo en un Estado que está pagando caro los desmanes cometidos por la banca.
El ingreso de Blesa en la cárcel madrileña de Soto del Real, de la que salió apenas 24 horas después tras pagar los 2,5 millones de fianza que fijó el juez, sorprendió en una nación en la que movimientos sociales y parte de la oposición claman en medio de la crisis contra la actuación de los bancos y un sistema que permitió a las entidades y sus directivos gozar de privilegios durante mucho tiempo.
Indemnizaciones millonarias, prejubilaciones escandalosas y un rescate de 40.000 millones de euros del Eurogrupo para salvar de la quiebra a las maltrechas entidades financieras una vez que estalló con fuerza la burbuja inmobiliaria.
Blesa, de 65 años, es uno de los iconos de la contribución de las cajas de ahorro nacionales al mencionado debacle y de la injerencia política en la gestión de unas entidades cuya razón de ser, sobre el papel, era la obra social, no solo los criterios mercantiles.
Amigo de José María Aznar desde la década de los 70, cuando ambos preparaban las oposiciones para inspectores de Hacienda, llegó a la Presidencia de Caja Madrid en 1996 de la mano del entonces jefe del Gobierno. Y desde entonces y durante más de 12 años fue el cuarto banquero más importante del país.
Hasta que la pugna política por el control de Caja Madrid dentro del propio Partido Popular acabó sacándolo de una Presidencia que se le dio al exdirector gerente del FMI y también miembro de la formación Rodrigo Rato, también imputado en el caso Bankia.
La indemnización que Blesa cobró entonces fue de 2,5 millones de euros, la misma cantidad que tuvieron que depositar el pasado viernes sus abogados para que pudiera salir de la cárcel a la que el juez lo envió por ver riesgo «innegable» de fuga.
Desde el principio, Blesa se propuso aumentar el balance de Caja Madrid, expandirla por España. Y la firma acabó actuando como un gran banco en los tiempos de bonanza económica, en medio del boom inmobiliario, en los que se convirtió en accionista de grandes empresas como Telefónica, Iberia o Endesa.
Otorgó créditos a la promoción inmobiliaria a diestro y siniestro, concedió a gran escala hipotecas que con el estallido de la crisis económica y el trepidante desempleo se convirtieron en impagos.
La compra en 2008 del City National Bank de Florida, con sede en Miami, fue uno de los negocios ruinosos de Caja Madrid en los tiempos de Blesa -pero no el único, según medios- que acabaron conduciendo a la nacionalización el año pasado de Bankia, la entidad que surgió de la fusión de la caja con otra media docena y que está en el origen de la crisis bancaria española. Ella sola necesitó 19.000 de los 40.000 millones de euros del rescate europeo. El Estado había puesto antes otros 4.500.
Con la crisis financiera estadounidense ya en marcha, Caja Madrid pagó 754 millones de euros por el banco de Miami, con un sobreprecio sobre su valor contable de 451 millones. Es decir, pagó más del doble de lo que valía, y eso después causó fuertes pérdidas.
«La conducta del imputado ha podido ocasionar directamente daños y perjuicios económicos severos a la entidad que presidía», señaló el juez de instrucción que en un auto histórico mandó al banquero a la cárcel. La misma en la que está en prisión preventiva el empresario Gerardo Díaz Ferrán, ex jefe de la patronal CEOE y examigo de Blesa, acusado de haber vaciado el Grupo Marsans para evitar pagar sus deudas y al que otorgó un crédito de 26,5 millones de euros en el que figuraba como garantía un holding empresarial e que estaba en quiebra.
Actualmente, hay 90 exdirectivos de empresas financieras imputados por la Justicia en el país.
