Basta consultar cualquier hemeroteca para comprobar que, en política, rara vez funcionan las bicefalias. Pueden ser fructíferas durante un corto espacio de tiempo, pero a la larga la inmensa mayoría acaban rompiéndose. Lo ocurrido en la agrupación local del PSOE no es, por tanto, ninguna novedad. La fórmula de nombrar a Alfonso Reguera como secretario general y a Javier Arranz presidente, tras una votación de junio de 2012 en la que ambos candidatos lograron idéntico número de votos, fracasó. Durante los ocho meses de cohabitación resultaron más numerosos los desencuentros entre las dos cabezas que los acuerdos, si bien, siguiendo los cánones de la política, las discrepancias no trascendieron más allá del ámbito de la agrupación local. Hasta que un hecho inesperado y a primera vista intrascendente, un artículo publicado en EL ADELANTADO sobre un informe del Consejo de Cuentas de Castilla y León que detectaba anomalías en las empresas municipales, fue la gota que colmó el vaso.
En el ‘muro’ de Facebook del periodista que firmó el artículo, Arranz y el viceportavoz del PP en el Ayuntamiento, Juan Antonio Folgado, protagonizaron un durísimo enfrentamiento dialéctico que fue derivando a temas ajenos al mencionado informe, encauzándose finalmente hacia asuntos personales. Su rifirrafe resultó pródigo en insultos barriobajeros, con un lenguaje impropio de políticos civilizados. El huracán provocado por la discusión, lejos de aplacarse, se desvió en dirección al PSOE, dejando una polvareda en la agrupación local cuando, después de que Arranz decidiera no disculparse ante Folgado, Reguera desautorizó, a través de una nota remitida a los medios de comunicación, el proceder de su compañero de partido.
Desde ese momento, la crisis interna en la agrupación local se aceleró. Reguera decidió, días después, dimitir como secretario general, un hecho que forzaba la convocatoria de una asamblea extraordinaria para decidir de nuevo, ocho meses después, quien debía dirigir los destinos de los socialistas de la capital. Los dos rivales empezaron entonces a echar cuentas para calcular sus apoyos. De cara al exterior, los dos aseguraban contar con más votos que en junio de 2012, cuando cada uno sumó 27 papeletas. En cualquier caso, en el seno de la agrupación local se percibía, de forma mayoritaria, que Reguera había ido en ocho meses ganando adeptos en la misma medida que Arranz los perdía, en gran parte por su tendencia a “meterse en charcos”. Polémicas como la de la “San Silvestre” —ahora convertida en “Carrera Fin de Año”— comenzaban a pasar factura.
Entre tanto, el alcalde de Segovia, Pedro Arahuetes, ‘jefe’ de Reguera y Arranz en el Ayuntamiento, ha evitado inclinarse por uno de los dos. “Está al margen al 100%, lo ha dicho en público y lo mantiene en privado”, aseguraba ayer uno de sus más cercanos colaboradores. Por paradójico que pueda parecer, está extendida la tesis de que el pulso entre las dos corrientes del PSOE no hace sino reforzar la figura de Arahuetes, que emerge, incólume, como un líder socialista —curiosamente, sin carné del partido— no discutido entre las bases, ya cansadas de las luchas intestinas. Arahuetes callaba, a la espera de lo que dijeran los militantes.
Un veterano militante socialista, elegido al azar por esta Redacción, valoraba ayer la “generosidad” de Reguera al optar de nuevo al cargo de secretario general, agradeciéndole que tras su prejubilación haya decidido dedicar su tiempo a luchar por la ciudad de Segovia, y contraponiendo esa situación a la de Arranz, al que pedía “que resuelva primero su vida profesional y después se dedique al partido, pero que no intente buscar en el PSOE una salida profesional”. Este mismo informante sostenía que Reguera “es la persona adecuada para cumplir con el papel que se requiere ahora, el de apoyar la labor que realiza el Ayuntamiento”, al tiempo que advertía que Arranz “es todavía joven y tiene futuro en el PSOE, aunque debe aprender a hablar menos y ser más cauto”.
Desde el PP, donde no profesan demasiadas simpatías por ninguno de los dos concejales, uno de sus cargos señalaba que Reguera “es más listo que inteligente”, y que “a pesar de su escasa preparación intelectual, tiene más cintura política que Arranz”. Este afiliado al PP insistía en que el concejal de Deportes “es un buen chico, noble, al que se le ve venir, aunque demasiado impulsivo, poco maduro y con tendencia a disparar contra todo lo que se mueve”. “Si recapacita y reflexiona, en el futuro será válido para la vida política”, agregaba.
Con independencia de las opiniones de unos y otros, ayer las urnas hablaron, y claro. Con Reguera de nuevo como secretario general, queda por comprobar si su triunfo garantiza la paz interna en la agrupación local del PSOE, un sosiego que no parece estar cercano a la vista de los movimientos del sector crítico. En el visitadísimo ‘muro’ de Arranz en Facebook, uno de los díscolos con la línea oficial más renombrados, Miguel Ángel Palacios [exalcalde de Valseca y en la actualidad suspendido de militancia por parte del PSOE], calificaba de “engaño” y “pantomima” la asamblea de ayer. “¿Cómo es posible que Reguera (Karanka) dimita hace quince días y tenga la caradura de volver a presentarse?. Claro, se lo habrá mandado Gordo (Mourinho). ¡Qué espectáculo!”, escribía en un post. Para acabar la faena, Palacios se despachaba contra Juan Luis Gordo, “que tiene de socialista lo que yo de facha”, denunciando que “ese señor cobra 1.800 euros, además de su sueldo de diputado, por ser de provincias, y resulta que tiene dos pisos en Madrid”. Los rescoldos de pretéritos enfrentamientos parecen querer reavivarse. El encargado de apagarlos será, a partir de hoy, Reguera, que la víspera ya apuntó el que deberá ser su principal objetivo, el de reagrupar a todos los socialistas de Segovia capital en un mismo proyecto.
