Tras una trepidante noche electoral, ayer Italia amanecía sumida en el desconcierto derivado de los resultados de los comicios parlamentarios. Y es que la coalición de centro-izquierda, encabezada por Pierluigi Bersani, se hacía con la victoria en la Cámara de Diputados, pero no conseguía los respaldos suficiente en el Senado y se enfrenta a un Silvio Berlusconi que apenas tiene una diferencia de dos escaños (119 frente a 117).
La situación se antoja complicada en el país, donde el fantasma de una nación sin un Gobierno estable vuelve a asomar. Más teniendo en cuenta que la llave para la gobernabilidad recae en el cómico Beppe Grillo, jefe de un movimiento populista que aboga por la salida del euro y que cosechó 54 representantes.
La inestabilidad en la política de la tercera economía de la eurozona derivó en un nerviosismo en los mercados, que llevó a que las bolsas europeas se hundieran. La que más, la de Milán, con una caída del 4,9 por ciento, seguida de la española, con un descenso del 3,2 por ciento.
Mientras, en el Estado transalpino, los líderes políticos no anunciaban ningún acuerdo y ni tan siquiera mostraban una disposición absoluta.
Bersani, que pese a haber conseguido la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y la simple en el Senado, es considerado por muchos el perdedor de los comicios, descartó, «por ahora», cerrar alianzas con otros partidos, al tiempo que adelantó que propondrá «puntos fundamentales de cambio» en el nuevo Parlamento para que el resto de formaciones le respalden.
Así, defendió que como coalición más votada, «pese a no haber ganado», le corresponde al centro-izquierda tener «la primera palabra» en la formación del nuevo Gobierno, al tiempo que tomó «nota con humildad» del resultado, que no era «el esperado». En este sentido, asumirá «las responsabilidades que corresponden» y certificó que «puedo ser capitán o grumete, pero no abandono el barco».
Al ser preguntado sobre sus preferencias sobre con quién pactar, no quiso decantarse ni por Berlusconi, que horas antes abrió la puerta a una eventual gran alianza, ni por Grillo, que descarta un tripartito.
Mientras, Il Cavaliere se mostró a la espera de una resolución de Bersani, al que advirtió de que «no habrá ninguna decisión» sobre la configuración del futuro Gobierno sin su coalición.
Así, confió en que el resto de partidos que concurrieron a las elecciones se hayan dado cuenta de que su bloque es determinante en cualquier negociación, no solo para formar Gobierno, sino también para designar a los altos cargos, incluido el jefe del Estado.
Además, calificó de «nuevo milagro italiano» el respaldo cosechado en la Cámara Alta por su coalición.
En cuanto a un posible adelanto electoral, Berlusconi descartó que «en esta situación sea útil».
Monti, conforme
El dimisionario primer ministro italiano Mario Monti, que en las elecciones parlamentarias celebradas el domingo y el lunes se convirtió en el menos apoyado por los ciudadanos, se mostró ayer satisfecho con el desenlace de los comicios, pese al escaso respaldo recibido por su coalición (apenas el 10,56 por ciento de los votos).
«Algunos lograron, tal vez, un resultado un poco mejor, pero yo estoy muy conforme», aseveró el economista, cuya alianza de centro fue creada hace solo 50 días y no realizó promesas irreales.
Tras el recuento oficial, el partido de Il Professore se convirtió en la cuarta fuerza más votada del país, cuando hace apenas una semana los analistas apuntaban a que sería el tercer bloque o que, incluso, tendría la llave del Gobierno. Ahora, ha quedado totalmente descartado como interlocutor válido para Bersani o Berlusconi, que centran en Beppe Grillo todas sus miradas.
