Era la tercera fumata del Cónclave y los gritos de alegría no se hicieron esperar. La mítica frase «Habemus Papam» resonó sobre las 19.00 horas en el Vaticano en medio de gran expectación. Apenas 60 minutos después se abría el balcón de la Santa Sede para dar la bienvenida al nuevo pastor de la Iglesia. Era el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, que fue elegido ayer Sumo Pontífice y llevará el nombre de Francisco.
El sucesor de Benedicto XVI resultó elegido en la quinta votación en uno de los Cónclaves más breves de la Historia. Su nombre no era nuevo, ya que, aunque debiera ser secreto absoluto, se cree que en 2005 entró en las últimas votaciones en las que finalmente se impuso su predecesor, quien renunció a los 86 años alegando razones de salud y falta de fuerzas el 28 de febrero.
Francisco I residirá los próximos días en la habitación 201 de la residencia Santa Marta, dentro del Vaticano, antes de trasladarse al Palacio Pontificio, también dentro de los muros del Vaticano, en el corazón de Roma.
«Ustedes saben que el Papa es el obispo de Roma y parece que mis queridos hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo. Pero estamos aquí. Les doy las gracias por la acogida. Gracias también a la ciudad de Roma como su obispo», fueron las primeras palabras del primer Pontífice latinoamericano que llega a ocupar la Silla de Pedro, después de dar las buenas noches desde el balcón de la Basílica.
Con actitud humilde y sobrio en el vestir, se presentó con gesto tímido ante los miles de fieles que aguardaban la designación en una lluviosa tarde. «Antes de nada», sentenció, «quiero pedirles un favor, quiero rezar una oración por nuestro Papa Emérito Benedicto XVI, para que Dios lo bendiga y la Virgen lo guarde», exhortó el recién nombrado Pontífice y comenzó a rezar el Padrenuestro.
En una breve intervención, el Santo Padre matizó que ahora comienza «un camino para el que pidió que recen unos por otros» para que haya una gran fraternidad. «Espero que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos sea de evangelización». Además, demandó una oración en silencio por él para que Dios le ayude en su labor y la multitud guardó silencio unos minutos. Seguidamente, concedió la bendición urbi et orbi y antes de despedirse anunció que hoy mismo acudiría a rezar a la Virgen para que custodie la Iglesia de Roma.
Posicionado como uno de los hombres reformistas de la Iglesia Católica, Bergoglio es además el primer latinoamericano y jesuita en ocupar el máximo rango de esta institución milenaria.
Hijo de inmigrantes italianos, según algunos medios internacionales, como la BBC, el nombre elegido es homenaje a Francisco de Asís, conocido como el santo de los pobres por llevar una vida religiosa austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a seguir sus pasos. Si bien será él mismo el que «explique» las razones, según apuntó el obispo auxiliar de Pamplona y Tudela, Juan Antonio Aznárez. «Hay muchos santos con el nombre de Francisco, como San Francisco Javier, San Francisco de Borja o San Francisco de Asís, entre otros», indicó.
Bergoglio fue nombrado cardenal por Juan Pablo II en el consistorio del 21 de febrero de 2001, con el título de San Roberto Belarmino. Como reflejo de su austeridad, en aquel momento no se compró una nueva vestimenta, como suele ser habitual en estos casos, sino que ordenó arreglar la que usaba su antecesor.
Amante del tango y el fútbol, como buen argentino, viaja en metro y rehuye de las exposiciones mediáticas, algo que tendrá que cambiar con su nuevo cargo. Con su antecesor comparte un problema, que tiene una salud débil, a pesar de que se cuida al máximo. A partir de hoy, deberá velar también al rebaño de 1.200 millones de cristianos en el mundo.
