El Papa Benedicto XVI indultó ayer a su exmayordomo Paolo Gabriele, apodado el Cuervo, condenado el pasado mes de octubre por haber sustraído documentos secretos del Vaticano, cuya publicación causó un gravísimo daño a la imagen de la Santa Sede, según anunció el portavoz del Estado Pontificio, el padre Federico Lombardi.
«El Santo Padre, en un acto muy paternal, fue a ver personalmente a su exempleado. El encuentro duró aproximadamente un cuarto de hora y tuvo un carácter muy íntimo. El Pontífice lo visitó en la prisión, para confirmarle su perdón y comunicarle, en persona, que había acogido favorablemente su demanda de indulto, borrando así la pena que le había sido infligida. Ha sido algo muy bello», destacó el sacerdote.
Paolo Gabriele recobró de inmediato la libertad y se dirigió a su domicilio en el Vaticano, donde residen su mujer y sus tres hijos.
Sin embargo, en su comunicado oficial, la Santa Sede indicó que el extrabajador «no podrá reanudar su puesto precedente ni seguir residiendo en ese Estado».
Gabriele fue condenado el pasado 2 de octubre a 18 meses de prisión por robo de documentos confidenciales. En total ha pasado más de 100 días detenido, entre su período de prisión preventiva tras ser arrestado el 23 de mayo y su encarcelación en una celda de la Gendarmería tras el veredicto.
«Se trata de un gesto paternal del Santo Padre hacia una persona con la que Benedicto XVI compartió durante varios años una cercanía vital», explicó Lombardi.
Y es que Paolo Gabriele estaba considerado buena persona y fiel, algo que rompió, según señaló, para salvar a la Iglesia de la corrupción.
«He actuado por amor hacia la Casa de Cristo y a su director visible», apuntó el mismo.
Convencido de que no era un ladrón, traicionó la fidelidad del Santo Padre, según destacó, porque le consideraba «un individuo muy manipulable y mal informada». Y no quedó ahí, ya que agregó que se sentía «infundido por el Espíritu Santo», que le pedía actuar de esa manera.
Esa vertiente del exmayordomo, conocida durante los interrogatorios y el posterior juicio, hizo añicos la imagen que se tenía de él, una persona, educada, muy pía, de comunión diaria y que, aunque en el trabajo no despuntaba demasiado, era honrado y muy leal y por eso estaba al lado de Benedicto XVI.
Pero ahora ha llegado el perdón. Con esta decisión del Pontífice, se da carpetazo al caso VatiLeaks. Lo que está por ver todavía si será para siempre.
