La entrega de los galardones de la trigésima edición del Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma de la Diputación Provincial de Segovia fue una intensa y brillante ceremonia de culto a la elocuencia suprema que es la poesía. Poesía volcánica, feminista, social, poesía que sublima lo cotidiano y transita por lo íntimo alcanzado la excelencia, poesía de hondos silencios y gritos desgarradores, que renueva modelos clásicos y abre paso a nuevas formas de dar vida a la palabra.
Esta enriquecedora diversidad creativa se hizo presente en la gala que al mediodía se llevó a cabo en el Teatro Juan Bravo, y emana de los tres libros y los tres autores premiados este año: el poemario ganador ‘El pez rojo que nada en el pecho’, de Gioconda Belli; y las obras merecedoras de accésit ‘Versos perdidos en el desván’, de Jesús Aguilar Marina; y ‘El fondo del cubo’ de David Refoyo. Tres sellos propios, tres estilos diferentes y tres grandes libros que reflejan que el Premio Jaime Gil de Biedma, de la Diputación, es “la casa de toda la poesía española”, según remarcó el coordinador del certamen Gonzalo Santoja. También se revivió ayer la figura y obra de Jaime Gil de Biedma, inspiración para todos los implicados en esta edición de número redondo, 30, y especial por los imperativos de la pandemia del coronavirus.
La ganadora Gioconda Belli intervino desde su país, Nicaragua, a través de un mensaje de vídeo que fue atentamente seguido por el reducido número de personas que, guardando la distancia de seguridad aplicada para evitar contagios del coronavirus, ocupaban las butacas del Juan Bravo. El vicepresidente primero de las Cortes regionales y secretario regional del PP, Francisco Vázquez, asistió desde la primera fila a la ceremonia con la que se siente muy vinculado por sus años al frente de la institución Provincial.
Sobre el escenario, ocupando la mesa presidencial se encontraban el presidente de la Diputación Miguel Ángel de Vicente, el diputado delegado de Cultura, Jose María Bravo, y el coordinador del premio, Gonzalo Santoja, y, a un extremo, los escritores Jesús Aguilar Marina, David Refoyo y Laura Martínez Belli, sobrina de la ganadora a la que representó en la entrega.
Declaraciones
Siempre beligerante, Gioconda Belli inició su intervención recordando a los “109 presos políticos que tenemos en Nicaragua” y dedicó el Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma de la Diputación a aquellas personas que luchan por la libertad y por la vida de los demás -también al personal sanitario en este extraño 2020-. A través de la pantalla se manifestó “dichosa” de que entre los 1.750 trabajados presentados, el jurado haya elegido ‘El pez rojo que nada en el pecho’. “Pensé en las cenizas de Jaime”, dijo Belli para acto seguido evocar los diferentes matices que unen su vida a la de Gil de Biedma. Parafraseando al literato que pasó largas temporadas en Nava de la Asunción y allí están depositadas sus cenizas, la escritora nicaragüense declaraba: “Soy también pecadora y también me avergüenzo de los palos que no me han dado. También soy señorita de nacimiento por buena condición o mala”.
Confesó que confía más en los sentidos que en la abstracción de la poesía celestial”, y defendió que las cosas cotidianas, por nimias que parezcan, son “los filtros sin los cuales ninguna poesía existiría”.
El presidente de la Diputación Miguel Ángel de Vicente fue el encargado de hacer entrega del premio dotado con 10.000 euros, una pieza exclusiva del Centro Nacional del Vidrio y la publicación de su trabajo por la editorial Visor, a la sobrina de Belli.
De Vicente, animó a los presentes a seguir leyendo poesía que es “contrapunto, aliento y esperanza hasta en las circunstancias más desordenadas de la vida”. El presidente de la Diputación procedió a la entrega de los dos accésits a David Refoyo y Jesús Aguilar Marina.
Ambos tomaban también la palabra para recordar a quienes han sido inspiración de los libros por los que han recibido el reconocimiento y a quienes deberán tomar su testigo en el futuro. Mientras Refoyo hacía mención a su padre, a su mujer y a su hija y a todas las noches en las que esta pequeña no le dejó dormir, pero sí le permitió escribir, Jesús Aguilar Marina confiaba en que “las generaciones posteriores a la mía sepan defender esa dignidad que nuestros ancestros alcanzaron” y continúen emocionándose al contemplar el cielo. “El momento en el que el ser humano se emocionó al ver el atardecer, nació la poesía”, afirmaba el poeta. Los tres galardonados elogiaron la organización del certamen y a su jurado, formado por: Luis María Ansón, Antonio Colinas, Jesús García, Carlos Fernández, Fermín Herrero, Raquel Lanseros, Asunción Escribano, Juan Manuel de Prada, Gonzalo Santonja y Emilio Lázaro.
El amor, disfrute y respeto a la excelencia poética que este lunes 14 de diciembre se ha cultivado en el Teatro Juan Bravo, se ha propagado hacia muy distantes rincones del mundo a través de Internet. Queda demostrando, un año más y esta vez de forma más ejemplificada que nunca, que, como señalaba Gonzalo Santonja, “el Premio Jaime Gil de Biedma es el premio más importante de la literatura española, no de España” y da cabida a muy variados estilos, siempre marcados por la calidad. Esta edición se cierra con “tres grandes libros para un gran premio”.
