El sonriente primer ministro belga, Elio di Rupo, famoso por sus camisas blancas con pajarita roja, tiene ante sí una nueva tarea: en apenas una semana, él y su Gobierno han de terminar de organizar el relevo en el trono del país flamenco.
El próximo 21 de julio, el rey Alberto II, de 79 años, entregará la Jefatura del Estado a su hijo Felipe, de 53. Pero, al parecer, el día de la Fiesta Nacional de Bélgica se celebrará como todos los años, y lo único que se añadirá será una digna ceremonia de transferencia de poder entre el monarca y su primogénito.
En este sentido, no se espera la presencia de la realeza europea. El Ejecutivo de Di Rupo se propone ajustarse estrictamente también este año al presupuesto habitual para la celebración de estos actos (unos 400.000 euros).
Según informó el diario local Le Soir, solo se invitará a la ceremonia a los embajadores de otros Estados, pero no a sus soberanos. Y es que en los últimos años, los belgas han tenido pocos motivos para celebraciones nacionales. Especialmente entre 2010 y 2011, cuando, debido a las interminables disputas después de la celebración de las elecciones parlamentarias, no se logró constituir un Gobierno en año y medio y éste pudo cerrarse gracias a la intervención del monarca que está a punto de abdicar.
Como es tradición, el día de la Fiesta Nacional comenzará con el himno cristiano Te Deum en la catedral de Bruselas. Después, en el palacio real, Alberto II firmará la abdicación. A mediodía, Felipe jurará el cargo ante el Parlamento y más tarde, como todos los 21 de julio, tendrá lugar el desfile militar, con tanques y aviones.
Los ya reyes Felipe y Matilde saludarán por la tarde a la población desde el balcón de la sede de los monarcas. Y se espera que, frente la habitual lluvia de todos los años para la Fiesta Nacional
-los belgas hablan de «dragón nacional»-, esta vez luzca el sol.
El séptimo soberano de Bélgica, padre de cuatro hijos (la princesa Elisabeth, nacida en 2001, que ahora se convertirá en la heredera; el príncipe Gabriel, en 2003; el príncipe Emmanuel, en 2005, y la princesa Elénonore, en 2008), tendrá la misma asignación que su predecesor: 11,5 millones de euros al año. Ya están en marcha las negociaciones con el Gobierno al respecto.
Además, junto al nuevo monarca estará como jefe de su equipo el exalto diplomático Frans Van Daele, que hasta ahora era un estrecho colaborador del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Van Daele, que ha servido a 14 ministros del Exterior, se encargará de guiar al tímido rey, con apariencia de inseguro, por los entresijos de la política interior belga. Y es que en mayo del próximo a año volverán a celebrarse elecciones parlamentarias y los separatistas de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) siguen subiendo en las encuestas.
Por este motivo, a Di Rupo le hubiera gustado tener a Alberto II un año más en el trono, pues el experimentado soberano desempeñó un papel clave en la formación de su Gobierno.
