Tras las elecciones de diciembre de 2015 surgió el pluripartidismo. Así al margen de partidos pequeños nacionalistas sin representación en todo el territorio nacional, surgieron dos nuevas formaciones políticas, que parecían que venían a transformar la política española y a darla un giro de 180 grados.
En aquella época el ambiente político estaba bastante confuso y crispado. Tras la mayor crisis económica de nuestra época, causada o agravada por un Gobierno socialista, le siguieron cuatro años de Gobierno del Partido Popular. Años que fueron muy duros, ya que en los dos primeros la crisis económica y el paro alcanzaron cotas dramáticas, siendo los dos últimos muy esperanzadores. Las duras medidas que se aplicaron, empezaron a dar resultados positivos.
Todo esto y los casos de corrupción que salieron a la luz, generó un ambiente de rechazo a los dos grandes partidos que habían regido los destinos de España desde hacía casi 40 años.
Y así surgieron dos nuevos partidos con dos jóvenes líderes. Unos los de Podemos, que venían a asaltar los cielos y se quedaron en un magnífico casoplón custodiado por la Guardia Civil y otros, los de Ciudadanos, que venían a regenerar la política y que no han pasado de ser un querer y no poder, porque cambian tan rápido de opinión que no da tiempo ni a saber cual era.
Con ellos llegó el espectáculo y el teatro a la política española, que en lugar de enriquecerla, la han deteriorado a límites que dan miedo. Pero en menos de cuatro años lo joven se ha transformado en viejo y cansino, y hoy carecen de fuerza y enganche en la sociedad para ser alternativas de Gobierno, pasando a ser añadidos subordinados a PSOE y PP.
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(*) Diputada por Segovia
