Los lacayos políticos de ETA iniciaron ayer, con total impunidad, el proceso que les granjeará su participación en las elecciones locales y autonómicas de mayo sin necesidad de condenar siquiera el millar de asesinatos cometidos durante décadas por sus amos. Tal y como tiene predicho el ex ministro del Interior popular Jaime Mayor Oreja, Batasuna y sus adláteres presuntamente democráticos, Eusko Alkartasuna y la denominada Alternatiba sellaron ayer un acuerdo en el que, con la connivencia de los socialistas y del Gobierno de Zapatero, ávido de apuntarse el tanto político de la retirada de ETA, se comprometen a colaborar a largo plazo para conseguir la «soberanía de Euskal Herria» -Navarra incluida- desde el «rechazo a las expresiones y estrategias violentas», pero sin criticar ni cuestionar siquiera los coches bomba y los tiros en la nuca.
Bajo el epígrafe Euskal Herria ezkerretik (Euskal Herria desde la izquierda), los tres colectivos pseudopolíticos suscribieron un documento por el «cambio político y social entre independentistas y soberanistas de izquierda».
En el panfleto, que no llega a mencionar a ETA, los proetarras y sus amigos dicen comprometerse a perseguir «sus fines estrictamente por vías políticas y pacíficas, en el amplio marco que va desde lo institucional hasta la desobediencia civil, rechazando las expresiones y estrategias violentas y las vulneraciones de todos los Derechos Humanos».
Con la retórica hueca que les es tradicional, los abertzales, EA y Alternatiba ante el «nuevo escenario político» dicen «aunar esfuerzos para abordar la construcción nacional y la transformación social, avanzando decididamente y siempre por vías exclusivamente políticas, en la consecución de una Euskal Herria soberana y solidaria», siempre desde el apoyo al denominado Acuerdo de Guernica, cuyo contenido asumen como «referencia prioritaria» en su actividad política, «para conseguir un marco de paz y soluciones democráticas».
Por último, los servidores de los asesinos, coinciden en denunciar lo que consideran «estrategias antidemocráticas de los Estados español y francés, que niegan a Euskal Herria su existencia como sujeto político y a su ciudadanía el derecho a elegir democráticamente su futuro político, institucional, económico y social».
Tal opereta bufa fue jaleada con entusiasmo por el siempre ambiguo PNV que, por boca de su presidente, Íñigo Urkullu, declaró que, tras el anuncio de alto el fuego de la banda, el momento debe ser aprovechado «para hacer política, y no para ilegalizar».
Por supuesto, tal reflexión solo oculta la frustración de los nacionalistas, que siguen sin asumir que los verdaderos demócratas les hayan desalojado del poder. Así, desde la inquina hacia todo lo español, Urkullu añadió que PSE y PP son «el agua y el aceite en política», por lo que, a su entender, el pacto que mantienen en la región norteña es del todo espurio.
Y lo cierto es que el propio lehendakari, Patxi López, parece últimamente empeñado en dar la razón a los jeltzales merced a declaraciones como la que realizó ayer en la que consideró «evidente» que Batasuna está pidiendo en los últimos meses a ETA que «vaya mucho más allá» del último comunicado, por lo que animó a la izquierda abertzale ilegalizada a que «siga dando pasos en la misma dirección».
Tal condescendencia con quienes están judicialmente considerados como parte integrante inseparable de la banda asesina, llevó a la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, a recordar al socialista que «a ETA no hay que integrarla», sino que «hay que desintegrarla y para siempre».
La popular se mostró «muy preocupada» por las declaraciones de López y su continua apuesta por hacer partícipes del sistema democrático a quienes, hasta ahora, «han mantenido posiciones totalitarias».
Asimismo, la conservadora le recordó a Urkullu, también deseoso de que los proetarras se sienten en los escaños contiguos, «que el sitio de los terroristas es la cárcel», mientras que la instituciones «son para los demócratas, para la gente que rechaza la violencia y para la gente que hace política exclusivamente con la palabra».
