El actor Antonio Banderas encarna al descubridor de las pinturas de las cuevas de Altamira en el filme homónimo dirigido por el británico Hugh Hudson, una cinta que narra los obstáculos a los que se enfrentó para reivindicar su hallazgo y que se estrena hoy en los cines españoles. “No podía ni imaginar que se iba a encontrar con una ciencia más monolítica que la propia religión”, afirmó Banderas durante una entrevista en referencia a la figura de Marcelino Sanz de Sautuola. Un hombre que no fue reconocido en vida por el descubrimiento de estas pinturas, consideradas la “capilla sixtina” del arte rupestre, que fueron vistas por primera vez por su hija, María, a quien da vida Irene Escolar en su etapa adulta.
‘Altamira’ no solo muestra las tensiones entre la ciencia más rigurosa y la religión, así como las propias polémicas en las diferentes doctrinas científicas, sino que también alude a aspectos como la envidia para tratar de explicar los motivos por los que este reconocimiento llegó tan tarde. En este sentido, Banderas reconoció que la envidia en España “desgraciadamente” sí es una seña de identidad, tal y como apuntaron “grandes pensadores” como Miguel de Unamuno. Sin embargo, el actor matizó que el país también tiene cosas “maravillosas”, como “ingenio, pasión, y una capacidad de improvisación extraordinaria en los momentos más difíciles”.
No obstante, reconoció el hábito de hablar “desde el patio de butacas” cuando se ve el ensayo en el teatro. “Los toros hay que verlos en la plaza”, señaló Banderas, quien agregó que “entre la observación y la acción hay una diferencia muy grande y a veces eso se olvida”. “España, tan bella y tan injusta”, afirma Marcelino Sanz de Sautuola a través de la voz de Banderas en ‘Altamira’. A pesar de la sentencia, que comparte y que ha visto en otros compañeros, aseguró que en su caso personal no se puede “quejar”.
“Me siento respetado y querido en líneas generales”, manifestó el actor, quien precisó que no pretende ser querido y que, aunque sus acciones provocan “reacciones positivas y negativas”, a grandes rasgos no siente que haya una “animadversión” hacia determinados logros, como es, según mencionó, romper la barrera de “lo que parecía imposible, como era Hollywood a finales de los 80”. En referencia a la dicotomía de belleza e injusticia de España en el terreno político, Banderas señaló que observa los acontecimientos con “distancia” ante la “cacofonía de voces que está surgiendo”.
El actor reconoció en esa línea que este es “un momento de cambio” en el que “se han demonizado cosas que no eran demonizables”, como es el “bipartidismo”. “He vivido 25 años en un país bipartidista, y en sí ni es bueno ni es malo”, afirmó. Además, criticó también que se ha demonizado la Constitución de 1978, “como si los que la votaron fueran tontos”. “Diría que no falla el guión, fallan los actores”, recalcó. Por su parte, el cineasta Hugh Hudson, director de ‘Carros de fuego’, firma esta película, una historia que le atrajo por el “drama” y la “importancia moral sobre este hombre a quien le prohibieron ser quien era”, tal y como señaló durante una entrevista con motivo de la promoción del filme. “Fue castigado por la sociedad, por parte de la Iglesia y de la comunidad científica. Le tacharon de mentiroso, de mal hombre, de fraude, y ese era un tema bueno para el cine”, destacó.
En cuanto al rodaje, Hudson subrayó el atractivo del escenario en el que se ha rodado, en el que aparecen lugares como el Capricho de Gaudí, de Comillas, o el pueblo de Santillana del Mar. “Si has estado en Cantabria no puedes resistir la belleza del paisaje: las montañas, la costa, los campos”, afirmó Hudson, quien recalcó que la falta de modernización hace que sea “maravilloso”. “Es irresistible, enciendes la cámara y todo es belleza”, reiteró el cineasta, quien señaló que en el rodaje se captaron los “sitios exactos” donde vivía Sanz de Sautuola, como “la casa en la que nació, la costa a la que probablemente iban y las cuevas que visitaron”. Otro de los elementos destacados es la música, compuesta e interpretada por Mark Knopler, un “gran amigo suyo” que supo transmitir el ambiente celta de Cantabria.
