Como preámbulo a este comentario sobre las abultadas insensateces de nuestra neonata Ley de (des) Educación, debo decir que, como ex profesor de la ESO y abuelo de 14 nietos, me asusta y me apena pensar en lo poco que nuestros descendientes van a saber, lo mucho que van a ignorar y lo casi nada que se van a formar en las aulas para la vida que les va a tocar vivir y protagonizar.
No puedo llegar a comentar los contenidos, o mejor la falta de contenidos, en el currículo académico que sostiene el título del escrito, sin reparar siquiera sea de paso en la falta de estímulos para ganarse saberes, titulaciones y puestos con la valía del esfuerzo, la constancia y el sacrificio que posteriormente la vida va a exigirles, pasando de curso sin todo el programa superado, obteniendo títulos con el currículo incompleto, sin recuperaciones, no teniendo notas numéricas que expresen el nivel superado, suprimiendo asignaturas tan formativas como la Filosofía, reduciendo términos en materias tan básicas como matemáticas o lengua, o borrando nuestra Historia como si los españoles nacimos en aquel 1812 con la Constitución bajo el brazo, que por haberse proclamado el 19 de marzo, festividad de San José, se dio en conocer como “la Pepa”.
Es el caso que la Academia de Artillería, arma que tuvo este primer Colegio por sede el Alcázar, lugar habitado y visitado por tanto personaje y donde tanto importante hecho histórico tuvo lugar, expone en su actual sede del también histórico convento de San Francisco, una interesantísima muestra de las banderas históricas de España. Ahí están desde el pendón real de los Reyes Católicos, pasando por pendones de las dinastías Borgoña- Borbón, diversos armas, cuerpos y agrupaciones, hasta la bandera del Regimiento de Infantería “Tercio Viejo de Sicilia nº 67”, con didáctico contenido de colores, formas y significados muestra la historia de nuestra enseña nacional desde aquel 28 de mayo de 1785 en que la creara el monarca Carlos III, pasando por el cambio que el 13 de octubre de 1843 realizó la reina Isabel II, hasta el actual formato que se realizó el 28 de octubre de 1981, con el actual escudo que representa a los reinos de Castilla, León, Aragón, Navarra, Granada, el escudo de los Borbón-Anjou, y la corona real y las tan históricamente significativas columnas de Hércules coronadas de corona imperial y real y la leyenda “Plus Ultra” de tan importante significado histórico nacional y universal.
El presidente Sánchez y las ministras señoras Celaá y Alegría han borrado a España y a los españoles hasta 1812, que como tan acertada y magistralmente dice el escritor colaborador de este Diario, A. Pérez Henares: “…dejarnos sin raíz, descuajados, como pavesas que ni siquiera saben de qué árbol fueron hoja, ni siquiera en qué hoguera los quemaron”, “Borrados como españoles y borrar España. Prohibirnos y prohibirla”.
Cuando los españoles, los segovianos hoy, disfrutemos con emoción de esta magnífica itinerante muestra de la Historia de la enseña nacional, pensaremos en que, si no se rectifica a tiempo, dentro de poco, estas banderas no dirán nada a los españolitos que no habrán oído hablar de Las Navas de Tolosa, las Guerras Comuneras, Villalar, Granada, Descubrimiento de América, primera vuelta al Mundo, Lepanto, Trafalgar, o la frenada al omnímodo Napoleón…
A los Reyes Católicos, incluso para los segovianitos que pueden sentarse a tomar el sol en las escaleras de la iglesia en que fue proclamada reina Isabel I de Castilla, los esperarán cada 6 de enero como Melchor, Gaspar y Baltasar, creerán que las guerras comuneras son rencillas entre Comunidades Autonómicas por disputar mejores servicios y que Villalar es un pueblo en el que se reúnen en romería los castellano-leoneses cada 23 de abril, “Día del Libro”, en que se homenajea a Cervantes, que tampoco conocerán por ser anterior al 1812, solo tendrán constancia de ser españoles desde 1812, y el tiempo contemporáneo como quieran contarlo a los que no vivieron los últimos hitos de la Historia.
