Relajado, de sport y con ganas de aparecer como un tipo normal, el ministro de Interior, Antonio Camacho, (Madrid, 1965) lleva ocho años en la gestión pública, primero como secretario de Estado de Seguridad y desde hace unos meses al frente del Ministerio. Su trayectoria profesional es jurídica pasando por la Fiscalía del TSJ valenciano y luego del madrileño. Entre 2000 y 2003 fue portavoz y presidente de la Unión Progresista de Fiscales.
El ministro, que también es candidato socialista al Congreso por Zamora, se muestra convencido de que serán los demócratas quienes cuenten la historia del fin de ETA.
¿Cree que el anuncio tendrá efecto en los comicios?
No ha sido un anuncio electoral. ETA ha tomado la única decisión a la que la democracia le ha conducido: que es el abandono de las armas. La situación de ETA era terminal, lo llevábamos diciendo meses y se nos discutía. Sabíamos que ETA estaba en esa situación por el buen trabajo de la Policía y la Guardia Civil y por la cooperación internacional. No ha sido una decisión, sino aquello a lo que se les ha conducido.
¿Cómo interpreta el crecimiento experimentado por la izquierda abertzale?
No hago análisis políticos sobre ese crecimiento. Desde el momento en que un partido se somete a la vida democrática y se presenta a unas elecciones yo creo que hay que aceptar el resultado de los ciudadanos.
¿Qué diferencia hay entre el cese definitivo de la violencia de ahora y el anterior alto el fuego permanente y verificable?
La última declaración pone de manifiesto que no van a utilizar más la violencia. Afortunadamente estamos en una situación diferente: ya no hablamos de una tregua sino de un abandono de las armas y creo que la sociedad española debe felicitarse de ello.
¿Y la responsabilidad de los políticos será ahora generar una pista de aterrizaje para la entrega de las armas?
Solo el Gobierno que salga de las urnas está legitimado, junto con el Parlamento y las fuerzas políticas para tomar las decisiones. Es complicado adelantar cuál ha de ser la política pero en todo caso, deberá pasar necesariamente por el cumplimiento estricto de la ley porque es una de las esencias de la democracia.
¿Qué papel deben desempeñar, a su juicio, las víctimas en este nuevo tiempo?
Siempre han sido vistas como un referente moral. Son el ejemplo del sufrimiento que ha causado el terrorismo y España ni lo va a olvidar, ni lo puede olvidar. Siempre han de estar ahí.
Se habla mucho de quién va a escribir el relato de lo ocurrido y hay cierto miedo de que al final lo termine haciendo ETA…
Eso es imposible. Lo que ha ocurrido solamente lo podemos escribir los demócratas, los que con esfuerzo y sacrificio tremendo hemos escrito la historia. La realidad es que la democracia ha derrotado a los terroristas en el marco del Estado de Derecho como consecuencia de un extraordinario trabajo de la Policía y Guardia Civil, de una extraordinaria cooperación con el resto de los países y con un esfuerzo de la administración de Justicia. Esa es la única historia posible y la que tenemos que trasladar a los ciudadanos.
¿En el País Vasco se corre el riego de una historia distinta?
En determinados ámbitos políticos del País Vasco sí se está intentando contar que la izquierda abertzale es la que ha conseguido que la banda terrorista deje las armas pero eso no deja de ser pura ficción. Los ciudadanos son inteligentes.
¿El próximo paso debe ser que los terroristas pidan perdón a las víctimas?
Ayudaría mucho que en el camino que hay que recorrer se produjera esa petición de perdón pero no puedo tener la seguridad en este momento de que eso se producirá. Por eso, es necesario que el resto de los demócratas respetemos, arropemos y defendamos la memoria de las víctimas. Sería un paso muy positivo pero no tengo ninguna garantía de que se vaya a producir.
Y cuando ETA habla de diálogo directo, ¿de qué se puede hablar con la banda?
El Parlamento y el Gobierno que salga de las urnas serán quienes decidan cómo debe discurrir el futuro.
